(Helena Trujillo)

Caíste en el pozo de las lágrimas
siguiendo un camino roto de alegría.
Caíste soterrando detrás tuya tus verdes brotes,
el salto que te llevara lejos de una niñez ya vivida.
Sal, pequeño, de tu escondite de rocas,
del encuentro apresurado con la noche.
Salta en los brazos de tu madre, esperanza en la vida,
juega con los claveles que florecen con tu risa.
La tierra te devolverá porque aún no quiere tu bocado,
porque niñas se miran en tus ojos
y las riñas se olvidan con tu abrazo.
Dónde estás, joven compañero, soy la mano del bombero
que araña el destino con su casco de fuegos,
corramos por el patio del colegio sembrando mariposas,
salgamos a la plaza a hacer ruido,
no empañes, tan temprano, tu tierna infancia,
sé ese soldado fiero que salva a su víctima.

14/01/2019
Helena Trujillo

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