(Francisco Javier Zambrana Durán – Calle Larios

Duro. Quizá, en una sociedad como la nuestra, saciada por necesidades materiales que estigmatizan a niñas y niños desde sus primeros pasos, que enunciemos este tipo de argumentos es duro. Es duro que luchemos, que vayamos en contra de lo que se nos plantea como lo que nos salvará, como lo único que puede seguir haciendo girar una ruleta que lleva décadas parada. Es duro que salgamos a la calle, que nos lancemos en tromba, que rompamos los esquemas y volvamos a hacerlos como lo creemos, no como quieren que nos los creamos. Y, sobre todo, es duro que lo digamos los jóvenes, los que no sabemos, los que nada valemos, los que, al fin y al cabo, viviremos mientras, sin que nadie lo pare, el mundo es asesinado. Sí, no es que se muera solo, es que lo estamos matando.

            No se parte desde la base de un ecologismo que desafíe los límites, sino de un raciocinio que reaccione cuando estos se dan. Se parte desde el pensar más sincero y neutral de una sociedad que ha visto cómo se podían incorporar los distintos grupos que hubiera en ella para que vivieran todos en armonía. No se busca el extremo, y eso debe quedar claro, porque una bomba no se solventa lanzando otra.

            El negacionismo no es la solución, no es parte del mensaje constructivo que debe trasladarse a la sociedad. Se puede entrar en contacto con la vida normal llevando un modus operandi sostenible, no centrado en producir capital y buscar una salida rápida de usar y tirar a cada paso que demos en nuestra existencia. Negar el problema no es solucionarlo, al igual que quien posee una enfermedad no se cura por olvidarse de ella.

Manifestantes en la Alameda Principal. – Fuente: Francisco Zambrana – DA.

            Tal vez, la magnitud del caso ante el que se enfrenta una civilización cubierta por la desesperación en algunas ocasiones ante la pasividad de la clase política (clase por su diferencia con el resto en sus pareceres) supere a gran parte. No podemos imaginar que el planeta acabe, ya que no lo vemos, no lo sentimos, no lo vivimos. ‘‘Siempre hizo calor y siempre llovió’’, es lo más común decir. Es obvio, como siempre hubo Violencia de Género, sigamos aplicándola como una marca social más. No, no y no. Olvidemos el pasado para poder seguir aplicando el presente.

            Salir a la calle, de manera pacífica, reclamar una solución y una forma de entender que esto afecta absolutamente a cada especie, parece ser negativo. Lo es porque se rompe una cadena capitalista básica para la formación de la vida cómoda, de lo que es sencillo, del interminable juego de conseguir más dinero para terminar dándoselo a otra persona. Esa cadena que nos lleva a comer de industrias cárnicas de las que después nos escandalizamos por brotes graves, es la que al planchar la ropa nos traslada un leve hedor a fábrica de Vietnam, es la que nos mantiene con los ojos cerrados para que no se vea la realidad. Porque, de verla, el orden establecido por los grandes colapsaría.

            La lucha que se reclama por parte de una juventud que vivirá el mañana es la que quizá ellos creyeron que las personas adultas hacían. Mientras tomaban de una cuchara el potito de pollo, se sentían llenos, creyendo que sus madres, padres, abuelos y abuelas se desvivirían por ellas y ellos, y que, por supuesto, velarían porque el día de mañana les quedara un mundo mejor. En cambio, lo que esa gente joven, inservible y vacía para muchos tuvo que hacer fue colgarse la mochila de la responsabilidad y demostrar que, por una vez, era más intuitiva que quienes llevaban el cartel colgado de serlo.

Manifestantes llegan a Calle Larios. – Fuente: Francisco Zambrana – DA.

            Ellas y ellos fueron quienes se lanzaron un 27 de septiembre a bordear la costa, quienes movieron el planeta por minutos y explicaron a los demás que lo que estaba sucediendo les concernía. Reivindicaron sus libertades, protestaron contra la política inservible, y se sirvieron de lo más importante que una especie de un territorio puede tener: su comunicación. Cientos, quizá miles.

‘‘Camino por estas calles vacías en el Bulevar de los Sueños Rotos’’, cantaba aquel grupo de punk que decidió adoptar el nombre de ‘Día Verde’. Quizá hace unas décadas así fuera, pero no en un 2019 en el que nos centramos en una base que va más allá de la política, de la izquierda o la derecha, que supera las fronteras, que abre el núcleo de las ideologías neofranquistas, neocomunistas, neoliberales o neomachistas. Lo abre y lo cierra. Y es duro, es duro que esto ocurra, sobre todo para quienes están fuera y siguen creyendo que esto de ‘‘la Tierra’’ es un cuento, que no va con ellos.


Realizado por: Francisco Javier Zambrana Durán (@neyfranzambrana/Francisco Zambrana).

Fotografías de Francisco Javier Zambrana Durán. – Todos los derechos reservados.

Cientos de personas recorren las calles para trasladar el mensaje universal de salvar nuestra Tierra Por Francisco Javier Zambrana

Publicada por 103Málaga en Sábado, 28 de septiembre de 2019
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