(Antonio Serrano Santos) «Con ocasión de la canonización del anglicano, convertido al catolicismo, Cardenal John Henry Newman».

Parodiando al astronauta, Armstrong, que pisó por primera vez la luna, se puede decir: El regreso a la Iglesia católica del primer anglicano, después de 400 años, y su canonización, es un “ pequeño paso ( para la fe individual) y “un paso gigantesco” para la unidad universal en una misma fe de todos los cristianos; católicos y no católicos. Porque ha sido la puerta abierta a numerosas conversiones; la vuelta a la Iglesia Católica de parroquias enteras, con sus párrocos al frente, y de obispos que solicitaron su admisión en la Iglesia Católica. Ésta los ha admitido, obispos y clérigos anglicanos, como simples sacerdotes que ellos aceptaron con humildad, ordenándose, después, para ello. Y respetando el estado social de los casados, como excepción y creando un Ordinariato para ellos.

También ha sido un gran avance histórico en el acercamiento de los cristianos católicos y no católicos, en todo el mundo.. La creación del Ecumenismo es algo como un milagro moral, histórico. La reunión, en la oración, el amor, la paz, el abrazo fraternal de ambos, con participación en cultos posibles; el Octavario por la Unión de las iglesias en enero ; la celebración común de ritos y oraciones en distintos centros o iglesias religiosas, católicas o no; el estudio de las diferencias teológicas, litúrgicas, morales, buscando más lo que une que lo que separa, como es la fe  en Jesús y el amor a Jesús….

Algo inimaginable en siglos de persecución, enfrentamientos, luchas, guerras, martirios…Juan XXIII, ya desde su postura de visitador apostólico, de nuncio, de cardenal, en Bulgaria, Turquía, Francia…, dio lugar a este paso de encuentro. Empezó llamando a los que antes eran “ herejes”, “ hermanos separados”; con abrazos y besos. A los judíos, a los que en la oración universal de la liturgia del Viernes Santo, se les llamaba “ pérfidos judíos”, “ nuestros hermanos mayores en la fe”. Invitando a participar en el Concilio Vaticano II, al menos como observadores, a los ortodoxos no católicos, a los anglicanos, a los protestantes, en general, a laicos, mujeres…Y rechazó una encuesta de temas preparados por sus cardenales para discutirlos, dejando en libertad a todos los obispos de exponer sus cuestiones y preguntas por muy avanzadas que fueran.

El mayor escándalo, pues, de los cristianos, católicos o no, no son los pederastas, los malos ejemplos de falsos cristianos, hipócritas, el incumplimiento del celibato, que los hay en todas las religiones, aunque en minoría,  menos donde es hasta norma legal; no son los católicos no practicantes, ni la falta del espíritu de pobreza en algunos; ni los que podríamos llamar “ hijos separados”, esos teólogos que, estando dentro de la Iglesia, niegan dogmas, niegan al Papa ser Vicario de Cristo, alteran o traducen, a su modo, interpretaciones de la Sagrada Escritura,asumiendo criterios iguales o parecidos a los de los “ hermanos separados”; desfiguran la imagen y la misión de Jesucristo, negando ser Redentor…No. No es ése el mayor escándalo, aunque sea escándalo. El mayor escándalo, del que dependen  todos los demás, es presentar a un Cristo, a Jesús, con distintos criterios, hasta contradictorios. Un Cristo roto, dividido, confuso, “ de usar y tirar”, manejable, manipulable, El y su doctrina, la fe en El y su amor. Interpretando la Escritura Sagrada, cada uno a su manera, contra lo que dice San Pedro en su carta: “j Pues debéis ante todo saber que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque la profecía no ha sido en los tiempos pasados profecía( interpretación) por humana voluntad, antes bien, movidos del Espíritu Santo, hablaron los hombres de Dios”. Así al pueblo se le deja en la perplejidad de no saber a quien creer. Se ha pasado de evangelizar, es decir, anunciar la buena nueva, el evangelio, que no es simplemente y sólo las verdades religiosas, sino a Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, Dios con nosotros, a predicarse a ellos mismos, a sus iglesias, olvidando el mandato del Señor: “  En esto conocerán todos que sois mis discípulos: en que os amáis unos a otros, como Yo os he amado”. “ Que todos sean uno, Padre, como Tú y Yo lo somos”. “ Y habrá un solo rebaño y un solo Pastor”. “ Tú eres Pedro y sobre esta piedra, edificaré mi Iglesia, y los poderes del infierno no podrán contra ella”. La vuelta a la unidad de la Iglesia tiene como elemento esencial, y así lo van reconociendo, con el estudio de la historia de la Iglesia y los orígenes de las separaciones, más por motivos no religiosos,  el reconocimiento del sucesor de Pedro, el Papa, como cimiento( piedra) de la Iglesia y unidad de los cristianos.

En el caso actual del anglicanismo, con ocasión de la canonización del anglicano, cardenal, Jhon Enry Newman,el estudio de las circunstancias históricas que dieron lugar a la ruptura por la actuación del rey Enrique VIII, que recibió el título de “Defensor fidei”, defensor de la fe, y luego, al no aceptar el Papa su divorcio con Catalina de Aragón, y  su unión con su dama de la corte Ana Bolena, a lo que siguió la prisión y ajusticiamiento, dio lugar a la separación de la iglesia de Inglaterra, nombrándose a sí mismo, el rey, jefe de la iglesia anglicana. Esto desató la persecución a los católicos, llamados, despectivamente, papistas, la ejecución de sacerdotes y personalidades, como su canciller Santo Tomás Moro, y otros. Todo esto tuvo represalias de católicos, con reina al frente, contra los anglicanos. La reina de Inglaterra heredó el título de jefa de la iglesia anglicana hasta nuestros días. Y las ordenaciones no lícitas, y dudosamente válidas, se siguieron hasta hoy. Por lo que son ordenados nuevamente.

Se autoproclaman católicos, pero no romanos, con sus sacramentos, la confesión, el bautismo, la eucaristía, el culto a la Virgen María…

Este hecho histórico, junto al cisma de occidente, el protestantismo con su reforma de Lutero, que criticó, con razón, algunas cosas no aceptables de la Iglesia, pero se equivocó en la forma de hacerlo, al contrario de San Francisco de Asís, con su ejemplo y humildad, y la aparición de nuevas separaciones, ha dado lugar a innumerables “ iglesias”, o grupos cristianos, no católicos, cada vez más divididos; cientos de ellos, con criterios de fe y moral distintos y hasta contradictorios, entre sí. Por nombrar algunos: cuáqueros, adventistas, pentecostalistas, testigos del séptimo día, anabaptistas, evangelistas…La única que permanece unida en una misma fe y moral es la Católica, sin que esto suponga deprecio a las demás. Y más, hoy, con el Ecumenismo. Es una constancia histórica. Y una milagrosa oportunidad de llegar, por fin, a “ un solo rebaño y un solo Pastor”. A amarse los cristianos, entre si,  como Jesús nos ha amado y nos ama”. A despejar la duda y la perplejidad, y hasta la falta de fe de los que observan a los cristianos, a todos, a ver si , por fin, viven, creen y enseñan, una única verdad, una única fe, un único y verdadero amor. La última oración y deseo de Jesús, antes de su Pasión y la finalidad de ella:“ Que sean todos uno, para que el mundo crea que Tú me has enviado”. “ Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. (San Pablo).

El Ecumenismo es, en realidad, el cumplimiento de la profecía de Jesús: … “cuando viniere Aquel, el Espíritu de Verdad, os guiará hacia la verdad completa”. Cuatrocientos años de la separación de la verdad y hoy, cuatrocientos años después,, vamos guiados hacia la unidad, la verdad. Para Dios” mil años es como un día, y un día como mil años”.

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