(APM) Elena Blanco Castilla, presidenta de la APM: “Si el periodista calla, la libertad de expresión dejaría de tener sentido”

Siempre es y será tiempo de periodismo. Este año, la pandemia de Covid-19 nos muestra la necesidad imperiosa de recuperar la praxis periodística. La crisis sanitaria ha puesto al descubierto lo mejor de esta profesión, también sus sombras, pero destaquemos lo que debemos celebrar en este tres de mayo, Día Mundial de la Libertad de Prensa, para reflexionar después sobre los males que amenazan el significado de este día.

Lo más gratificante es constatar el arrojo de miles de compañeros y compañeras que, aun a riesgo de su salud, anteponen el periodismo a la seguridad frustrante del confinamiento. El buen profesional se crece en momentos de dificultad y la necesidad y demanda de una información veraz y rigurosa despertaron lo mejor de cada uno de ellos. Este día lo instauró la Unesco para rendir tributo a los periodistas que, por decisión profesional, ponen en peligro sus vidas en el esfuerzo de informar en libertad.

Ciertamente, la cobertura informativa de la pandemia se ha hecho en condiciones de una dificultad sin precedentes y ha requerido de un enorme esfuerzo para no caer en el alarmismo que caracterizaron otras crisis sanitarias. Los estudios realizados en las facultades de comunicación sobre el tratamiento informativo de esta pandemia destacan el aspecto divulgativo como su principal característica. No obstante, alertan de una alta dependencia de fuentes institucionales y de ciertos enfoques sensacionalistas que distorsionan los contenidos y contribuyen a la confusión existente en aspectos relacionados con la Covid-19.

El mayor consumo de información es otra de las noticias positivas. Los ciudadanos se han acercado a los medios de comunicación para buscar información veraz sobre la situación sanitaria. Un estudio realizado en la Universidad Ramón Llull, dirigido por Pere Masip, muestra que, tras la declaración del estado de alarma, el 78% de los ciudadanos ha buscado más información que antes de la pandemia.

Este mayor consumo de información ha originado también el incremento de las suscripciones en los medios digitales, aunque, lamentablemente, este impulso no se haya traducido en mejoras para la estabilidad laboral ni frenado las cifras de desempleo, que creció un 23 por ciento el año pasado. Cuando más se necesita el buen periodismo, mayor precariedad y paro hay en el sector.

Existe una pandemia de desinformación simultánea a la del Covid-19, que abarca consejos perjudiciales para la salud o conspiraciones descabelladas. El último Eurobarómetro (2020-2021) subraya que un 83% de la población española encuentra a menudo noticias que distorsionan la realidad o son falsas. Los ciudadanos conocen, sin embargo, el peligro que esta realidad conlleva: un 86% considera que este tipo de noticias constituyen un problema para la democracia.

A la situación de precariedad del sector se suman los crecientes intentos de deslegitimación de los medios, las descalificaciones e, incluso, agresiones que afectan a periodistas, coacciones a la libertad de información y censura. El derecho constitucional a la libertad de prensa y a la libertad de expresión es vulnerado por quienes deslegitiman el papel de los medios, por los que no creen en la democracia y tratan de debilitar sus principios. Hacer periodismo en este momento de polarización exacerbada tiene una enorme dificultad. Martín Baron, exdirector del Washington Post, afirma que estamos en un momento en el que “la población quiere ser afirmada” no informada, y acude sólo a los medios con su mismo punto de vista.

La incertidumbre ante las noticias falsas, la incapacidad para discernir entre lo verdadero y lo falso y la polarización extrema contribuyen a incrementar la desconfianza en los medios. El Digital News Report.es (2020) señala que sólo un 36% de los internautas españoles confía en las noticias, lo que significa un descenso de 7 punto respecto a 2019. El porcentaje se eleva apenas a un 42% cuando se trata de medios que consumen habitualmente. No ayudan la tendencia de anteponer la línea editorial a la verdad ni presentar los hechos de manera sesgada, con una finalidad claramente partidista. Si la polarización se impone también en los medios, los ciudadanos podrán reafirmarse en sus ideas, pero sabrán que estos medios no ejercen el periodismo, solo hacen política.

Estos condicionantes no deben hacer callar al periodista ni que la verdad sea impopular o despreciada o se sienta amenazado. Si calla, la libertad de expresión por la que tanto se ha luchado dejaría de tener sentido. Pero ¿cómo actuar contra la precariedad, la desinformación, la falta de credibilidad, los insultos, la polarización o la deslegitimación del papel de los medios?. El periodista debe aclarar lo que hace, como lo hace y por qué. Los ciudadanos deben conocer la responsabilidad que asume y el impacto de su trabajo en la sociedad. No debe esperar que se confíe en él, sino explicar por qué se puede confiar.

Desde las asociaciones de la prensa contribuiremos a recuperar la independencia del periodismo y el respeto a una profesión esencial en democracia. Defenderemos la seguridad de los y las periodistas y lograremos que las afrentas y agresiones no queden impunes. En este 3 de mayo recordaremos a los gobiernos la necesidad de respetar la libertad de expresión, de concienciar a los ciudadanos sobre los problemas que amenazan a la libertad de prensa y lograr que se impliquen en su defensa. Protegeremos los valores y principios que hacen del periodismo un servicio público eficaz, y de la libertad de expresión y de la libertad de prensa, un arma esencial contra el oscurantismo, la corrupción y las estrategias orquestadas de desinformación y deslegitimación de los medios.

VÍDEO de Elena Blanco Castilla, presidenta de la APM, con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa. https://youtu.be/KHGWMQ7DubQ

Print Friendly, PDF & Email