(Antonio Serrano Santos) (Este artículo está dedicado a mi antiguo y muy querido amigo Benito Romero, de Campillos. A él le debo, a sus palabras y a los temas que expone, tan sabiamente, con dudas y aciertos, en fb, el sacar a relucir, después de muchos años, algo que a lo largo de los siglos, hasta hoy, ha enfrentado dos conceptos de la vida: ¿ Existe la realidad o es todo algo subjetivo, ilusión de la mente, como cuando no sabemos distinguir, a veces, la realidad del sueño? Tema para curiosos y para aliviar la angustia que a muchos les provoca el ,al parecer, sinsentido de la existencia.

En un Congreso Científico, el ilustre Cresson preguntó a Brunsvchvicg , idealista, qué opinaba éste de la existencia de aquél. Brunschvicg respondió:” La idea que yo tengo de su conciencia es una pieza en el sistema de mis juicios de existencia”. A lo cual Cresson replicó: “ No admito en manera alguna que yo pueda quedar reducido a un juicio de existencia de la conciencia de Mr. Brunschvicg, ni creo que ninguna de las personas que están aquí presentes esté dispuesta a admitirlo. A la verdad, para ser consecuente, debiera Mr. Brunschvivg declarar que su conciencia es la única conciencia que existe y que el conocimiento tiene por única finalidad hacer de sus representaciones una clasificación armoniosa para su yo “ solitario”. Toda excepción de esta manera de ver conduce, y conducirá, inevitablemente, a una posición irrealista del problema.” W. James, ingeniosamente, hace notar que los idealistas se contentan de buen grado con una materia aparente; pero no con unos padres o unos amigos aparentes.

Si fuera verdad lo que afirman los idealistas, caería por su base todo el sentido de la vida, y, en especial, el de la vida cristiana. ¿ Qué valor tendrían los trabajos y sufrimientos sobrellevados por un ser querido o por un noble ideal? ¿Qué explicación podría dárseles? ¿ Qué sería una madre y un hijo o el amor santo que une a las almas precisamente para sobrellevar mejor la realidad, la triste realidad de esta vida? Somos espíritu y materia. Por medio de ella se comunican nuestros espíritus. Somos así; Dios lo ha querido. Sabemos que hay en nosotros algo superior a la materia bruta; algo superior a todo lo creado; pero esto no nos da derecho a considerar único ese algo negando la existencia real de todo lo demás. ¡ Pobres escépticos, idealistas, almas caóticas encerradas en la estratosfera de su intelectualismo orgulloso! En verdad que los hombres de este siglo son de más dura cerviz que los de los siglos pasados. ¿ Acaso no han oído nunca aquellas palabras que son la mejor prueba de la realidad en que vivimos? “¡ Bienaventurados los pobres…, los mansos…, los que lloran…, los que sufren…! Esto es dar un fin consolador a estas realidades que ni los mismos idealistas pueden negar, porque desde que nacen hasta que mueren, son como todos, hijos del dolor y del llanto. La misma práctica desmiente sus teorías:” No existen las cosas; son las especies inteligibles, las ideas. El objeto conocido y el conocimiento son lo mismo; no es real el mundo corpóreo”. Pero viven, sin embargo, como si fuera real. ¿ Dónde está, pues, la práctica de sus teorías? Nosotros ni siquiera tenemos que probar nuestra tesis. La misma naturaleza se encarga de ello, bien irónicamente, a veces. Solo podemos esperar, y perdón por la vulgaridad del ejemplo, por ser de los más convincentes, solo podemos esperar a que la dura realidad de una teja, al caer fortuitamente sobre el idealista, o la huida espontánea, más que acelerada, ante un perro rabioso, lo convenza, al menos, mientras dure el dolor o el peligro.

Refiere Diógenes Laercio, en la vida del escéptico Pirrón, que, habiéndose éste sobresaltado a la vista de un perro que amenazaba morderle, como uno de los que lo observaron le preguntase, con cierta ironía, por qué se sobresaltaba, puesto que debía dudar de la existencia del perro, y de su acometida, respondió: “ Es muy difícil al hombre despojarse de sí propio” .¡ Tan grabada llevaba éste dentro de sí mismo la convicción de la realidad de los objetos exteriores! Por eso, decía Pascal: “La naturaleza confunde a los escépticos “. Podríamos añadir: y a los idealistas.

Dios que, en su infinita sabiduría, tuvo a bien crearnos y crear las cosas, no puede menos que ver, como un crimen de lesa majestad contra su bondad paternal, el que algunas de sus criaturas intenten negarle, porque, de hecho no pueden, la gloria que se merece, ya que, por el mismo hecho de existir, se la están dando.

Y en la Sagrada Escritura, que es Palabra de Dios, sin demostraciones filosóficas, porque la realidad no las necesita, repite de modo llamativo, remachando como clavos la existencia de las cosas en el tablero de la realidad, las exhortaciones a todo lo creado para alabar al Creador. No se contenta con exhortar solamente a todos en común, a toda la Creación, sino que parece ir uno por uno. No cabe ahí un todo subjetivo, sino presencias, existencias reales e individuales de cada ser que forma, con esa existencia individual y distinta de los demás, el todo objetivo y real del universo: “ Bendecid todas las obras del Señor, al Señor; bendecid aguas, sol y luna. Bendecid estrellas del cielo…Fuego y calor, luz y tinieblas. Bendiga la tierra al Señor…Bendecid hijos de los hombres al Señor…”,porque sabía la condición de sus mejores criaturas, los hombres, que no quieren su gloria cuando : “ Los cielos proclaman la gloria de Dios y las obras de sus manos anuncian el firmamento.

Refutadas las falsas doctrinas del idealismo y probada la tesis realista, no puede concebirse que haya nadie, de buena fe, o con sano juicio, que mantenga la tesis idealista. Otras razones tiene que haber para sostenerla. Quizás tenga algo que ver con esto aquel dicho del gran D¨Ale Carnegie: “ Nuestros juicios van acompañados de un 50% de gusto( amor propio”). Se plantean a su manera el problema de la realidad de la vida y le dan tan original solución, prescindiendo de toda ayuda lógica, y, máxime, de la religiosa. Por eso, en la filosofía moderna, se da una multitud de términos que implican el idealismo y expresan sus variados matices : apriorismo, , innatismo, formalismo, subjetivismo, agnosticismo, pragmatismo, psicologismo, solipsismo,etc.etc., y olvidan o quieren olvidar, que “el problema fundamental del hombre, es el religioso: el de “religar” lo natural con lo sobrenatural”. El cristianismo lo realiza en la vida y persona de Jesús, Dios y hombre. Esa sí que es solución de vida. “Aprendan los enamorados de vitalismos filosóficos inoperantes. Los que perecen por parecer nuevos y originales; dense cuenta de que no hay originalidad como la de la vida que vuelve a sus orígenes divinos, ni hay bohemia comparable a la de Dios y un hombre que se echan a andar juntos por la vida.” Sigan los idealistas y demás satélites negando la existencia del pan que comen mientras no les falte, y sigamos nosotros pidiendo, sencillamente, como niños, a nuestro Padre celestial “el pan nuestro de cada día”, con el que podamos mantener el cuerpo y equilibrar el espíritu para gloria del que hizo la materia y el espíritu, y, después, según la Sagrada Escritura: “ Vidit quod esse bonum”: “ Vio que aquello era bueno”.

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