(APM) MÁLAGA 03.05.2023 | Es importante crear conciencia sobre la importancia de la libertad de prensa y de la libertad de expresión en una sociedad democrática, especialmente en situaciones como la actual, en la que graves amenazas se ciñen sobre estos derechos constitucionales. La censura que imponen centros de poder, tanto gubernamentales como privados, al impedir el libre ejercicio de los profesionales con ruedas de prensa sin preguntas, restricciones de acceso o retención de información; de la violencia ejercida contra periodistas; de la propagación de noticias falsas y el consecuente desorden informativo, y de la indefinición de numerosos medios de comunicación que, en la necesidad de innovar y adaptarse a los nuevos consumos, cambios de mercado y oportunidades de negocio, relegan a un segundo lugar su responsabilidad social y descuidan los contenidos. Un cóctel peligroso, una amalgama de factores que impacta directamente en la esencia del Periodismo, afecta a su credibilidad y desorienta a los ciudadanos.

Recordemos en este tres de mayo, 30 años después de que las Naciones Unidas decidiera proclamar este día en defensa de la libertad de prensa, la razón por la que la existencia de un periodismo libre, veraz y comprometido con la sociedad es cuestión capital, en la que los periodistas debemos ser los primeros implicados.

Es primordial que la sociedad comprenda que la libertad de prensa es la piedra angular de las libertades individuales y el motor que garantiza la existencia de los demás derechos. Como decía Walter Lippman: “Es esencial para el desarrollo y crecimiento personal”. No sólo garantiza la libertad de los periodistas para ejercer su trabajo, además, y más importante aún, potencia una comunicación efectiva para que la ciudadanía desarrolle un espíritu crítico sin interferencias ni censuras. En democracia, una sociedad informada es indispensable porque es más propensa a intervenir activamente en la vida política y social y a participar en el debate público. Será menos manipulable y polarizada y estará más capacitada para asumir su responsabilidad y para contribuir a la cohesión social.

Por ello, la sociedad debe defender a sus periodistas, a quienes en el ejercicio profesional abanderan los principios del Periodismo, siempre inalterables aunque los soportes de la información cambien. Y hay que hacerlo porque los periodistas son a menudo víctimas de la censura, de la intimidación y de la violencia, no sólo físicas: las amenazas en redes sociales, los sueldos irrisorios o la precariedad laboral, entre otros factores, pueden coartar igualmente su libertad de expresión por miedo a represalias.

Las plataformas digitales han empoderado a las sociedades al potenciar las posibilidades de relacionarse y al democratizar espacios de comunicación. No obstante, su mal uso ha favorecido el desorden informativo a escala mundial, y las convierte en un arma contra la libertad de expresión y contra los periodistas, lo que exige de inmediato una regulación que evite la coacción contra quienes tienen el periodismo como bandera. Pero no huyamos de las redes sociales, utilicémoslas también para promover la libertad de prensa y para denunciar la censura y la violencia contra los periodistas.

No queremos héroes, simplemente garantías suficientes para un ejercicio profesional sin coacciones, con estabilidad laboral y sueldos dignos, imprescindibles para que el periodista sea guardián eficaz de ese vínculo indisoluble entre la libertad de prensa y los derechos humanos.

Debemos fomentar alianzas para promover un periodismo libre, independiente y pluralista. Con medios que busquen recuperar la credibilidad, que den respuesta a las exigencias del consumidor, harto de enfoques centrados en lo negativo, en la bronca y en la polarización política. Enfoques que ya se analizan como causa del menor consumo de noticias y de que la polarización empiece a confundirse con la desinformación. Defendamos a quienes hacen un periodismo que diversifica contenidos y que está orientado también hacia la búsqueda de soluciones, como fórmula para mejorar la credibilidad y para restaurar la confianza en los medios de comunicación.

(ELENA BLANCO CASTILLA, Presidenta de la Asociación de la Prensa de Málaga)

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