En La Orilla del Mar

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(Antonio Serrano Santos) Este artículo va destinado, con humor, seriedad y respeto, a la gente de mar, marinos y pescadores, y de éstos, a los andaluces, por el lenguaje cómodo y gracioso en el que han convertido,quitando y sustituyendo letras y alguna que otra expresión,hablando, sin embargo, un castellano perfecto, gramatical y sintácticamente. Que le pregunten, si no, a esos turistas, diccionario en mano, locos por buscar cosas como” viancalá”, “ mo amo a moá”, “ pa ti la perra gorda”, vianca mi abuela”, “¡ ozú, ozú!… Aunque, también,va para todos los que “navegan” por el mar de la vida, azaroso, unas veces; en calma, otras.
Bueno, y como los otros anteriores,( no se rían), “ traducción directa del griego original, clásico, al andaluz coloquial”, con esa pretendida gracia que a muchos del norte, y fuera de España, les hace tanta “gracia”. Dejamos a un lado, pobres de ellos, a los “ esaboríos”, a los que sólo les hacen gracia sus cosas, tristes de ellos. No por eso perdemos nosotros la nuestra.
Bien. Empezamos. Habla Juan ( y ya, nosotros lo traducimos y comentamos):”… se aparesió Jesús a los dissípulos junto al mar de Galilea. Y se aparesió así: aburriitos que estaban, los pobres, porque su Maestro ni aparesía ni desía ni mu. Con más hambre que un caracó en lo alto de un cristá. Estaban mu pegaítos, a Simón Pedro, Tomá, er melliso, Natanaé er de Caná de Galilea, y los dos prendas de Zebedeo, su padre; y otros dos disípulos. Y va y se arranca Simón Pedro, que ya no podía ma:- Voy a pescá. – ¡Pues, anda! ¿ qué vamos a hasé nosotro, más aburríos que una ostra? Vamo contigo. Saltaron a la barca y…¡ aquí que te vi! No pescaron,na, na de na; toita la noche faenando. Por lo visto, los peses estaban de vacasiones. Y es que saben hasta latín. Ni una triste y despistá sardina. Bueno, los tacos marineros, esos, sí, esos que sabéis tos, que asustan y escandalisan los oído de los que no saben lo que es vorvé con las redes vasías. Vamo, cabreado como pa oí una grasia.
Amanesía y Jesú estaba en la playa, y no bañándose, je,je. En la orilla. Y va y les dise, como el que no quiere la cosa, con mucha educasió, como un turista, casi, na ma : “¡ Muchachos, no tenéis a mano na pa comé?- No tuvieron ánimo ni pa contestarle, como ellos saben, a esa preguntita que paresía una guasa, como cuando alguien le dise a un pesacaó, con toa la “ inosensia malisiosa der mundo”: ¿ Qué, no pican? Y el pescaó, frustraito, lo mira de reojo y por bajines le dise de to, menos bonito.- “ No”.- Le disen. Mejó no que na u otra lindesa. Nada de” usté perdone, no hemos podío pescá…” A un turista de medio pelo, esmallao, que pide un bocata, vamo…. No es no, y s´ansacabó. Vete a currá como nosotro. Y ,¡ anda!, para rematá, va Jesús y les dise: “Echá la red a la derecha de la barca y hallaréis”. No estaban pa bromas. Iban a soltarle uno de esos tacos de no te menee, pero algo, como una corasoná, un recuerdo de algo paresío, le hizo, en la desesperasió,hacer caso a aquel majara y echaron la re, como el que echa un cubo de basura al agua.- ¡Mare mía!, gritaban: ¡ Que se rompe, tirá má…! Pescaron má peses que en toa su mardita vía de pescaores.
El enchufaíllo, el que presumía de se el disípulo que más amaba Jesús, le dise a Pedro: “ ¡ Es el Señó!”. Pedro, al oí que era el Señó, no esperó como los atontaos de los demá; se ciñó la zamarra, pues etaba casi como su madre lo trajo ar mundo, como toitos los pescaores en faena; y se tira en picao al agua. Los otros, ma práctico y meno entusiamao, vinieron en la barca, pues pa qué tanta prisa, que estaban mu serca de tierra, tirando de la red con los peses. No vayan a escaparse. Se desían:” La pesca es la pesca”. No sé a qué me suena esta frasesita.


En cuantito bajaron a tierra, vieron unas brasa ensendía, y un pez ensima, y pan. Jesús, que era mu educao, ya se ve, les dijo: “ Traed de los peces que habéis pescado ahora”. Vamos, pa no haserles un despresio. Que bien sabía El cómo se lo curran los pescaores y nadie les da el pan de balde. Simón, que desde que le pasó lo que le pasó aquella nochesita que le recuerda siempre el bendito gallo, no sabía qué hasé pa contentá a su Maestro, subió a la barca y arrastró, el tío, la red a tierra, llenita de siento sincuenta y tres peses grandes ( cómo se ve que sabían contá a ojo estos pescaore) y, así y todo, con tanto, no se rompió la re. Jesús les dijo, sin más rodeo, sabiendo el hambre que manejaban: “ Venid y comed”. Que panza llena, alaba a Dio. No era cuestión de sermoneá.
Ninguno de los pobre infelise, después de la faenita de dejarlo ma solo que la una, ni tenían agallas pa preguntarle” ¿ Tú quién ere? Ni farta que hasía. Pero con ojos como plato, lo miraban. Sabían que era el Señó. Bueno, bueno, esto sí que es la monda: a ninguno se le ocurrió levantarse, coger el pescao y el pan y ponerse a serví. Se asercó Jesús, tomó el pan y se lo dio. Y lo mismo, el pez. Esto les trajo una imagen vergonsosa : Jesús lavándole los pies¡ y qué pies, madre mía! , y lo que les dijo: “ Yo estoy entre vosotros como el que sirve”. ¡ Vaya, y que eran sólo palabritas! Esta fue la tersera ve que Jesús se aparesió a sus disípulos despué de resusitá de entre los muerto.
Pero, ¡ay, ay!, aquí no termina la historia. Quedaba lo mejonsito; vaya que sí. Er Señó no se iba a dejá na en el tintero. No era cuestió de vengansa, ni echá en cara na de na. Esperó a la digestión, no vaya a se que se les corte. Cuando hubieron comido, dijo Jesús a Simón Pedro,como de paso: – Simón, hijo de Juan, (paresía una declarasión ante un notario, vamo, algo muy, pero que muy importante):- ¿ Me amas más que éstos? (¡ Toma del frasco, Carrasco! Agárrate, Pedro, que viene una curva!) A Pedro se le atragantó lo que le quedaba del pescao y, hasiendo de tripas corasón, le contestó, viendo el retintín de “ ¿más que estos?, a media voz , y sin saber cómo le salió su respuesta: – Sí, Señó; tú sabes que te quiero. Ya no dijo “ más que estos.( Bueno, bueno, él le siguió todo lo que pudo, y hasta sacó su espada y no para asustar, que le cortó la oreja a uno, pero iba pa la cabeza a rajarla como una sandía. Los demá, como conejos, se largaron. Se dijo él para su consuelo). – Apacienta mis corderos- le encargó Jesús. Un rato después, cuando más tranquilo y distraío estaba, escucha, por segunda ve: – Simón, hijo de Juan, ¿ me amas? Ya no le dijo si lo amaba más que éstos. Sólo si lo amaba. A Pedro parese que le entró hasta hipo.¿Pero no se lo había dicho ya? ¿ Es que no me cree? Seguro; porque no soy de fiar, yo que iba a dar mi vida por El. Y contestó, con un hilo de voz: – Señó, Tú sabes que te quiero.- Apacienta mis ovejas. Y se quedó como perro al que le quitan pulgas. Yo creo, se desía, que ya me creerá. ¡Ay!, no se esperaba la última preguntita, de verdá: – Simón, hijo de Juan¿ me amas?. ¡Ay, Pedro de mi arma!, ¡ tres veses! ¡Tres! ¿Qué te recuerda? No sólo le destrosó el corasón ese recuerdo y esas palabras, sino la increible delicadesa,tan torpe no era para no cae en la cuenta, con que el Señó, en ve de desirle eres un traidó, un mentiroso, un soberbio, va y le hase desí, públicamente, como públicamente lo negó, si le quería de verdá; y hasiendo puchero y saltándosele la lágrima, le dise humilde, pero con más valentía que un torero: – Señó, Tú lo sabes to. Tú sabe que te quiero. Y se dijo: Jesús sabía que le negaría, y por eso, tiene que sabé que le quiero; aunque, mardita sea la hora en que lo negué y ese canto del gallo que me lo recordará toa la vía . Todo escucharo, sin respirar, la essenita y ma callao que un muerto, por la parte que les tocaba. S´acabó el examen. Aprobao sobresaliente. Matrícula. – Apacienta mis ovejas.- Acabó el Señó. Bueno, corderos y ovejas. Clarito. La madre y los hijos. El,Pedro, los que le sucederían, y los que le seguirían. Porque no iban a vivi pa siempre. Eso de “ Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”, lo sabían.
Ahora, sí, Pedro, ahora demostrará que le quiere. “ Cuando seas viejo, otros te llevarán a donde no te gusta. Y extenderás tus brazos”. Más claro, agua. Crucificao y boca abajo. Como una negasión de su negasión. El dissípulo “muy amado”, muy joven y pegao siempre a Pedro, les seguía como un perrillo faldero. –Señó ¿ y éste ¿ qué? (Le tenía gran cariño¡Era tan joven..!).- Si Yo quiero que se quede hasta que venga ¿ a tí qué? Tú sigueme.
Por la imaginasión de Pedro pasó, como una peli en 3D, sus tre años con el Señó. Asombrao y asustao por la pesca milagrosa. -“ Apartate de mi, Señó, que soy un hombre pecaó!” -“No temas, en adelante, serás pescador de hombres.” Menuo cambio: de pecaó a pescaó. Una sola letra, una ese, lo cambió to. Rudo, trabajador incansable, en mar revuelto, peligroso, a punto de naufragar, muchas veses, o sereno, en calma chicha, a la deriva o al pairo, con pesca o sin ella, ahora seguirá en otro mar más peligroso y a punto,también de naufragá, tantas veses; y sereno, pocas veses. Su barca hará pescas milagrosas, y, otras veses, a punto de naufragá, también. Verá a Jesús dormío, al paresé, y clamará:¡ Señó, que nos hundimos”.” ¡ Hombres de poca fe! ¿ No estoy Yo con vosotros? “.
La barca de Pedro avanza, las velas hinchadas por un Viento favorable, iluminado su rumbo por la Estrella de los Mares.Todo esto lo presintió el pescador de Galilea y lo viven todos los marinos y pescadores, a la orilla del mar de la vida y de la Historia.Ya sabéis, marinos, pescadores: una sola letra, una humilde ese, puede cambiar toda una vida si desde la orilla del mar de la vida, Alguien os pide algo que os parecerá humanamente imposible: que echéis la red a la derecha de la nave y conseguir” una pesca milagrosa” donde habéis comprobado, “ toda la noche” de vuestra vida, que no había peces.

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