(Antonio Serrano Santos) Este artículo no pretende demostrar la existencia de Dios. Sino algo, aunque parezca raro decirlo,, más importante, en cierto modo, para nosotros, los humanos. Más adelante se explica. Pero es necesaria esta introducción o preámbulo.

Todavía, muchos opinan que ciencia y fe son dos realidades excluyentes. Este planteamiento ya está superado. Los científicos, como cualquier otra persona, pueden ser creyentes o no. “ Un poco de ciencia te puede quitar la fe. Mucha ciencia te abre a ella.” Antony Flew, el filósofo ateo más famoso del mundo, con un ateismo militante de 23 años y numerosas publicaciones en defensa del ateismo, llegó a la conclusión de que Dios existe. Le llevó a ello la observación y ordenación de la estructura del ADN, a la que consideraba imposible sin una inteligencia creadora y ordenadora. Su obra, “ Dios existe”, es una confirmación y exposición de su “conversión”.

El descubridor de la secuencia completa del Genoma humano, el profesor F.S. Collins, escribía: “ A Dios se le puede buscar, encontrar y alabar en la catedral y en el laboratorio”.

Respetando la opinión de los que no piensan lo mismo,la intención de este escrito, como dijimos antes, no es demostrar la existencia de Dios, sino, basándose, también, en criterios de científicos, si aceptamos la existencia de Dios, es saber qué consecuencias se sigue, o se debe seguir, para la ciencia y la Humanidad. Son curiosas, y nada despreciables, algunas de esas afirmaciones o criterios: la ciencia y la misma Humanidad se orienta hacia una dimensión espiritual, como la oración. Ya hay signos de esto en algunas religiones, grupos sociales místicos, meditación trascendental, etc., que van en aumento. Es decir, hoy, el criterio más común es que ciencia y fe no se excluyen. Se complementan. Ejemplo de eso es la Sábana Santa de Turín, materia de estudio científico-religioso.

La fe no puede prescindir de la razón, de la ciencia, y hasta de la filosofía; ni la ciencia puede ya marginar la fe, la religión, no como materia propia y exclusiva de estudio,sino como elemento real a tener en cuenta por las connotaciones físicas, antropológicas, históricas, que contiene. La arqueología y la Historia, por ejemplo,como ciencias, van comprobando, demostrando la realidad de hechos, lugares, personajes que narra la Biblia, la religión. La fe, por su parte, asistida por la ciencia, va desmitificando narraciones, descripciones y personajes bíblicos, distinguiendo lo simbólico de lo real. Esta ha sido la lucha absurda de siglos entre los defensores de la fe y los de la ciencia, por ignorancia y fanatismo.

Pero la misma existencia de Dios y la fe en El, sin más, no basta. Se deriva de ellas una exigencia: la necesidad de nuestra relación con Dios. Si yo tengo un amigo pero nunca lo trato ni hablo con él ¿ de qué me sirve ese amigo? Es como si no existiera. Lo mismo ocurre con Dios.¿ Qué sentido tiene su existencia y la fe en El sin que haya una relación entre ambos? De ahí la relación necesaria y el trato con El, como la oración.” La felicidad del hombre sobre la tierra es la oración.” “ Orar, para mí, es un suspiro hacia el cielo, una exclamación de amor y gratitud, en las penas como en las alegrías”. “ Otra cosa no es oración sino estar muchas veces, a solas, tratando amistosamente, con quien sabemos que nos quiere”. ( Definiciones de almas contemplativas que lo vivieron). Esa es la relación que exige la existencia de Dios y la fe en El. No las palabras, rezos y gestos rutinarios. Sino algo más hondo, humano, real, afectivo, sencillo, sublime y cordial. Dos grandes exigencias marcan esta relación: “ Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi”. Y “ Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas y con todo tu ser”.

El agua, el sol, los productos de la tierra, la inmensa belleza de los paisajes de la tierra, todo eso que sin ellos no podríamos vivir ni gozar. Todo es bueno para el hombre. Si es bueno, es que su Creador es bueno. Despierta el afecto del “corazón”, el amor y el agradecimiento por tanto bien;la “mente” lo reconoce, y ponemos “todas nuestras fuerzas” cuidándolo y respetándolo como a El mismo. Y” todo nuestro ser” se implica en Dios y en su obra.

El futuro de la ciencia y de la Humanidad se mueve, evoluciona, hacia esa dimensión espiritual que abarca a todo el ser del hombre, cuerpo y espíritu, y a la creación entera. “ La creación entera está como con dolores de parto esperando su liberación en la manifestación de la libertad de los hijos de Dios”. Ni pasó por el corazón del hombre ni por su mente lo que Dios tiene preparado para los que lo aman”.( S. Pablo). Es la teoría evolucionista del hombre y de la naturaleza, según el científico antropólogo, el jesuita Pierre Theilard de Charden, el descubridor del “ Homo Pekinensis”, a quien la Iglesia mandó guardar silencio durante un año, por lo atrevido de su teoría, y rehabilitado, luego, por el Papa Juan Pablo II:” Cristo es el Alfa y el Omega, principio y fin, modelo de lo que será el hombre, junto con la creación. Modelo de oración-relación filial con Dios, como Padre de todos¸ de ahí la oración más universal del Padrenuestro, con su vida , ejemplo y enseñanzas. El futuro de la ciencia y de la Humanidad es la espiritualización, la glorificación del hombre, con un cuerpo glorioso, inmortal, de vida eterna, no por una contradictoria duración sin fin, sino por transformado “por una cualidad del ser”, una omnímoda forma de ser y estar, trascendiendo tiempo y espacio, como en las manifestaciones de Jesús resucitado. Todo esto según el plan de la sabiduría y amor de Dios, realizado en Jesucristo, y prometido al hombre.

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