(Antonio Serrano Santos) Este artículo, como en otros anteriores, va dirigido, principalmente, a los católicos, aunque, sin aludir a los que no lo sean, por respeto, pueden leerlo ellos, libremente.

“ Si alguno viene a mi y no “ aborrece” a su padre y a su madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su vida, no puede ser mi discípulo”.( Lucas, 14, 26)
Con ésta, son ya varias traducciones incorrectas, no sólo desde el punto de vista exegético y documental, sino también pastoral. La palabra “ aborrecer”, no sólo puede significar odio o aversión, también alejamiento e independencia; sin que tenga que incluir odio, o aborrecimiento.

Aborrecer, en su origen latino: ab-horrescere, indica, con el prefijo ab, alejamiento. Ejemplo: absum (infinitivo: abesse: estar ausente, absolver, alejar)Hay muchísimas palabras en castellano que llevan este prefijo derivado del latín, con ese significado.
Admite, por tanto, un significado distinto de odio o aversión.Utilizar esta palabra, sin más, como aborrecimiento u odio, deja perplejo, sobre todo, al cristiano poco formado o informado, ya que aborrecer, así, a los padres y demás, y hasta la propia vida, es un contrasentido evangélico y de los Mandamientos: “Honrarás a tu padre y a tu madre”.” Habéis suprimido el mandato divino de honrar a los padres por preceptos humanos, diciendo:” He hecho ofrenda a Dios de nuestros bienes” y ya os considerais desligados de cuidar de vuestros padres ¡ Hipòcritas!, con razón dice el profeta, en boca de Dios: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi”. Estas palabras de Jesús son rotundas en ese sentido. La ofrenda no impedía gozar de los bienes a sus dueños, pero no a los padres. “ Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu Madre”( Jesús no abandona a su Madre y la encomienda a su discípulo Juan) ¿Cómo aceptar y entender, entonces, estas, al parecer, durísimas palabras de Lucas en labios de Jesús?

Hay una cita también de Jesús que nos da una pista del sentido de esas palabras: “Aquí están tu madre y tus hermanos que te buscan”, le dijeron a Jesús. Respondió El:“ ¿ Quiénes son mi madre y mis hermanos? Todo el que hace la voluntad de mi Padre del cielo ése es mi madre y mi hermano y hermana”. Es decir, para Jesús, y ya para los discípulos de todos los tiempos, hay un parentesco superior, no exclusivo, que el de la sangre. El de la fe, del amor o caridad. Por la fe y el amor cristiano, todos somos “parientes”, madre, padre, hermanos. Y todo lo que impida este parentesco deja de ser “ parientes” en la fe. Hasta la propia vida se ha de estimar menos que la vida de fe y amor cristiano.
Porque la vida de fe y caridad lleva consigo la certeza y la esperanza de que siguiendo la enseñanza y vida y ejemplo de Jesús, conseguiremos la vida eterna, feliz total, junto a Dios. Superior, infinitamente más, que la felicidad relativa y caduca de este mundo que puede, si estorba a ello, con falsas esperanzas y vida de pecado, esa vida eterna. “ El que cree en mi, no morirá para siempre, sino que tendrá vida eterna”( Jesús)
Así que, aborrecer, en este caso es, sencillamente, evangélicamente, preferir la compañía de Jesús, ser su discípulo, seguirle, unos, con entrega total, como los consagrados, sacerdotes, religiosos/as, y otros, desde su vida de familia, o solteros/as, a la vida alejada de Jesús. Alejamiento, “ aborrecimiento”, no odio, de todo lo que estorba esa compañía de Jesús.

Esa es la causa por lo que familias, padres, madres, hermanos, hermanas, y la propia vida, muchas veces, en la Historia, se “ aborrecieron” , se apartaron. Sin dejar de amar.
Otra, al parecer, traducción incorrecta:
“ Dios te salve, María, …”. Todavía permanece esta forma de comenzar el ave María, y la Salve: “ Dios te salve, Reina y Madre…” La palabra “ salve”, tanto en el original griego, “ jaire”, como en el latino, “ave”,se traduce por : Yo te saludo, María”” Latín; o :“ Alégrate”, llena de gracia,..”. En griego. Los franceses, siempre más adelantado que nosotros en muchas cosas, no dicen: “Dios te salve”, sino “ Je vous salue, Marie,..”Yo te saludo, María…” María…” Estas palabras, así traducidas en español, como las de “aborrecimiento”, vuelven a dejar perplejos a muchos, que, a pesar de ello, siguen con fe sencilla, rezando así; pero, en su fuero interno, tienen que plantearse eso de que Dios tiene que salvar a la Virgen que ya está salvada, según la fe. Cosa que no altera esa fe. Pero si alguien, más ladino, o de otra creencia, como la que niega a la Virnen María y sus prerrogativas, se lo puede plantear para confundirla o alejarla de la fe en Ella. Conozco un caso de esta clase de individuos, que, por cierto, también era un ignorante lingüistico, si no exegético. Decía: ¿Veis cómo la Virgen es como una mujer más y tenía que salvarse, ni Inmaculada ni nada?”Por lo que sería más acertado y seguro iniciar el Ave María como dice estas mismas palabras: “ Ave, María, llena eres de gracia…”. Y en la Salve, lo mismo: Ave, Reina y Madre de misericordia…”

Otra traducción también parece incorrecta: en el anuncio a los pastores: “¡ Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!” Hoy se ha cambiado en la liturgia, por :” ¡Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres que Dios ama!”” Buena voluntad, “ y “ que Dios ama”, del original griego y latino, puede, quizás, deducirse e incluso identificarse. Esta última es una traducción bastante libre: “Bonae voluntatis” por” Dios ama, o de la voluntad de amor de Dios”. No aparece la palabra Dios, se le incluye, elípticamente. Y surge, otra vez, la perplejidad, que, como se dijo antes, no quita la fe de los sencillos cristianos.

¿ Entonces, Dios anuncia la paz sólo a los hombres de buena voluntad, y a los otros, que no tienen buena voluntad, no?¿Y Dios anuncia la paz a los hombres que Dios ama? ¿ A todos, o sólo a los que ama? Parece un dilema. En el primer caso la paz de Dios no puede darse a los hombres que no tienen buena voluntad. “No hay paz para los impíos”, dice un salmo. “ Jerusalén, Jesrusalén, que matas a los profetas…si conocieras lo que conviene a tu paz…Pero hoy estás ciega…y por eso, …no quedará piedra sobre piedra en ti”. Jesús, llorando, ante Jesrusalén. Paz a los hombres de buena voluntad parece la mejor traducción. En el segundo caso, es cierto que Dios ama a todos los hombres, pero no todos se dejan amar. La paz se anuncia a todos, pero no todos desean y aceptan la paz de Dios. Pero Dios no puede amar la maldad o falta de buena voluntad, por lo que, sin dejar de ser amor, no puede dar paz a ellos: “¡ Id, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles, porque tuve hambre,sed…y no me socorrísteis….”.

En el primer caso, no es necesario incluir la palabra Dios, pues las dos palabras: “ anzropois” y “eudiquías”, en griego, se traduce y entiende perfectamente como “ a los hombres de buena voluntad”. “Eudiquías” es un genitivo de “ eudiquía”: “de buen agrado”, “de buena disposición”, es la traducción del griego, al pie de la letra, es equivalente, totalmente, a “ de buena voluntad”. En cambio, en el segundo caso, se fuerza la introducción de la palabra Dios, que se incluye elípticamente, no necesariamente. Para hacer ver que Dios ama a todos los hombres, y no sólo a los de buena voluntad, cosa cierta pero no aplicable aquí porque no se refiere a Dios sino a los hombres: “ anzropois”, dice, y no aparece la palabra Dios.

Estas aclaraciones, o intento de serlo,están hechas con todo el respeto a los exegetas y especialistas linguísticos, con análisis más bien de cierto sentido común y pastoral, sin grandes conocimientos bíblico- linguísticos y, con toda humildad para no hacer un agravio comparativo. Y, también, por la gran necesidad de aclarar el sentido de palabras del evangelio que, a muchos, sobre todo, a esos que se autoproclaman ““católicos no practicantes” a los que, por no informarse bien, la fe, su fe, le falta más y mejor conocimiento, ya que si la fe no se riega, como a una planta, se marchita, poco a poco, y termina por secarse, desaparecer. Y el riego son las prácticas de la vida cristiana, los sacramentos, la oración, medios que no utilizan por cierta comodidad, desgana, ignorancia. Y no es cuestión de gusto o ganas, sino de necesidad y mandato de Jesús: “ haced esto en memoria mía”, tomad y comed todos de él”, conviene orar y no dejar de hacerlo”. Porque así, con estas incorrectas traducciones, si están en serias dudas y descuido, no serán, al final, ni practicantes ni católicos. Y a los practicantes, les reforzará su fe y sus prácticas. Porque no hay peor enemigo de la fe, como de todo, que la ignorancia vencible. Pero, como pasó con el Padrenuestro, que se ha cambiado lo de “ perdónanos nuestras deudas”, por perdónanos nuestras “ofensas”, tardará mucho en rectificarse. La Iglesia es sabia, pero lenta y desconfiada, y no le falta mucha razón, y tuvo que ponerse al día gracias a un anciano y listo Papa, San Juan XXIII.

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