(Francisco Javier Zambrana Durán – Skate Park Rubén Alcántara

Me llamo Adrián. Tengo 6 años. Desde hace unos meses he descubierto algo distinto, algo que me ha hecho querer despertarme cada mañana con la aspiración de buscar cumplir el gran sueño de lo que creo que me apasiona. Ahora voy al cole sonriendo, busco a más amigos, me relaciono con más mayores, con más pequeños, pero siempre estoy esperando que mi madre o mi padre me recoja para prepararnos con las rodilleras, coderas, muñequeras y el casco para salir a mi lugar favorito. No sé si estaré o no en lo cierto en este caso. De lo que estoy seguro al dos billones por ciento es de que esto me divierte, me hace sentir libre, me hace volar. Me hace cada vez más semejante a quienes comparten conmigo esta afición de las cuatro ruedas. Me hace un verdadero skater, con el corazón de un niño.

            ‘‘El casco si no te lo pones, puedes romperte el cráneo’’, explico atentamente mientras Fran, un chico de gafas y cámaras, me propone preguntas para hacer la entrevista. Le cuento varias cosas que son importantes para que no nos pase nada mientras patinamos, como por ejemplo que hay que hacer siempre caso a nuestros padres, y que hay que llevar protecciones en todo momento. ‘‘Siempre antes de entrar a patinar caliento, para así evitar caerme’’, señalo, porque entiendo que es importante que lo sepa para luego explicárselo a quienes lo lean.

            Todavía no ha comenzado la entrevista, según él me ha dicho, pero yo creo que ya estamos grabando. Tengo un micrófono que cuelga de mi camiseta de tirantas de color verde, la cual prefiero ponerme porque hace todavía mucho calor. De hecho, en esta tienda de monopatines de mi amigo ‘Tobaria’, ‘Stax Skate’, hace mucho ahora. ‘‘Lo que me gusta de patinar es que hago muchos amigos y me lo paso muy bien con ellos’’, respondo ante la pregunta de qué me atrae más de este deporte. ‘‘Voy muy bien con el skate, pero todavía no puedo hacer algunas cosas de mayores como tirarme por la rampa mega’’, le aclaro por si a lo mejor cree que luego puede hacerme fotos tirándome desde allí y vaya a decepcionarle.

Adrián posa en la tienda Stax. – Fuente: Francisco Zambrana.

            Mi padre está enfrente de nosotros, y nos mira. Algún compañero de los míos, aparece por allí. Como el sitio donde estamos grabando es un autobús, apenas se escucha desde fuera, pero luego iré a saludarlos y a lanzarme con ellos por las rampas por las que sí puedo hacer mis trucos. ‘‘Practico los trucos que aprendo casi todos los días’’, creo que es importante que lo sepa, para que entienda que mis tres o cuatro entrenamientos semanales sirven para seguir mejorando.

            Dice que ahora acaba de encender la cámara, y me parece extraño, porque sigue hablando igual. Sostiene mi casco, el verde, ese por el que me conocen, y me habla de qué pienso que es más importante, si la tabla o la persona que la maneja. ‘‘El bueno tienes que ser tú, la tabla no es importante’’, le contesto. Conozco a gente con tablas muy bonitas, pero que no les sirven porque no saben ni siquiera hacer un Ollie (truco de salto básico con el monopatín).

            ‘‘Yo intento aprender de todos. Veo lo que hacen y les copio sus trucos’’. Es interesante que sepa que yo no me invento lo que voy a enseñar después, no vaya a ser que piense que sé mucho para mi edad. Él se ríe y me dice que soy ‘‘muy listo’’ al copiarlos. Yo pienso que eso es lo más interesante de esto del skate, copiar a tus amigos y luego enseñarlo a quienes quieran aprenderlo, como por ejemplo mi padre. ‘‘Antes mi padre patinaba, pero se cayó y se hizo daño en el tobillo’’, digo. Me acuerdo del primer día en el que me compraron una tabla y del pánico que tenían de que yo me subiera. Ahora, después de 10 meses ya, apenas se nota ese miedo.

            Cuando el periodista dice que ya hemos terminado, me quita el micrófono, y ya sí que me creo que no está grabando. En realidad, no me he puesto nervioso como pensaba que me ocurriría. Al contrario, era como si estuviera patinando, igual de fácil todo. Bueno, no vamos a mentir, algo de vergüenza sí he tenido. Pero eso ya no importa.

Adrián realiza un salto en la rampa. – Fuente: Francisco Zambrana.

            Salto a la pista, a la pequeña rampa donde están mis compañeros. Empezamos a saltar. Me llaman para que saltemos todos juntos, para que hagamos trucos difíciles, y mientras tanto el chico del periódico me hace fotos y vídeos. Hago lo de siempre, lo que sé hacer, porque no quiero que me salga mal y que parezca que no sé mucho. Ahora no estoy nervioso. Este es mi verdadero terreno, donde puedo hacer lo que más me divierte con quienes más quiero tener a mi lado.

            De vez en cuando, fallo, como todos, aunque, como le dije antes al periodista, ‘‘lo importante con el skate es tener confianza’’, y por mucho que caiga, no la pierdo. Intento caer bien, para no tener luego lesiones, y, por supuesto, no hago cosas demasiado arriesgadas que puedan hacer que me haga daño. Siempre hay que hacer caso a lo que nos dicen los que saben más y nuestros padres. Ellos saben ver si puedo hacer un truco u otro o algo difícil.

            Le enseño algunas cosas en el Bowl, que es como una piscina donde se patina. Luego, salto una de las rampas más complicadas, y, por último, algo hacemos algo de Street, no demasiado porque es peligroso. Sin darme cuenta, ha ido anocheciendo y ya mismo será la hora de que mis padres me obliguen a irnos para preparar para el día siguiente. Hoy, como es martes, tendré que esperar dos días para venir, y mañana descansar un poco. Todos los días no está bien entrenar, ya que las lesiones no perdonan si no descansamos.

            Una vez que he hecho de todo un poco, no creo que me haya salido mal esto de los periódicos. Es lo mismo que venir a una clase normal, solo que la única diferencia es que me preguntan cosas que me gustan y me hago un nuevo amigo. Al fin y al cabo, es eso lo que me ha enseñado el mundo del skate: a hacer amigos. Bueno, y a divertirme, claro. A divertirme sobre una madera con cuatro ruedas y dos ejes como no lo había hecho nunca antes en estos largos seis años de vida.


Nota: Ah, se me olvidaba, por si queréis verme otras veces, podéis seguirme en mi Instagram, donde no subo yo nada porque no lo entiendo, pero sí aparezco en muchos vídeos y fotos, os dejo el nombre: @adrisk5.


Realizado por: Francisco Javier Zambrana Durán (@neyfranzambrana/Francisco Zambrana).

Fotografías de Francisco Javier Zambrana Durán. – Todos los derechos reservados.

Print Friendly, PDF & Email