Imagen de Mylene2401 en Pixabay

(Redacción) Sin dudas, estos dos meses ya largos de confinamiento y mal convivir con una pandemia nada esperara para la humanidad, ha dejado ciento de miles de historias en tantos hogares, marcando un antes y un después de todos nosotros, pero a los efectos sanitarios se unen daños colaterales en todos los ámbitos, económicos, familiares y en muchos casos laborales, con mayor o menor sentido solidario, he aquí un ejemplo de una persona anónima, en una vida anónima pero con mucho que contar.  Se mantiene el anonimato por petición de la persona afectada, pues esto que vivimos seguro que en algún momento pueda acarrear incluso rechazo social, y nada mas lejos de lo que deseamos para nadie.

Vivencias del Coronavirus contada por la persona afectada:

(P. A.) Era el primer día después de que los niños no tuvieran colegio… un día de buscar soluciones para 15 días sin cole. Encima, con el confinamiento sin poder tirar de abuelos. Mucho curro, gente muy nerviosa… resultado; dolor de cabeza y diarrea. ¡Cómo no me va a doler la cabeza con lo que se nos viene encima!. Operación niñera en marcha, mientras tanto, mis hijos pequeños solos en casa y que Dios nos pille confesados.

Siguiente día, me compro probióticos en la farmacia porque los antibióticos que tomé en febrero me debieron hacer polvo el estómago. Sigue el dolor de cabeza. Me duele un poco la garganta, pero como todo el mundo habla de lo mismo (Coronavirus), pues pienso que es sugestión.

Día 19, medio día, me empiezo a encontrar realmente mal, me acuesto, me pongo el termómetro y 38 de fiebre.

Se me pasa por la cabeza el Coronavirus, pero sólo veo anuncios en la tele de los síntomas como fiebre, tos y sensación de falta de aire. En mi caso sólo se cumple la fiebre y no muy alta.

Me pongo en contacto con el Servicio de Prevención de mi empresa y me dicen… “si tuvieras Coronavirus ahora mismo no podríamos tener esta conversación porque te ahogarías al hablar y tiene una tos muy característica.” No les hago caso y, siguiendo mi instinto, pido la baja por posible Covid19 y me aíslo de mi familia en mi dormitorio.

Día tras día los síntomas empeoraban, calambres intestinales, diarrea, jaqueca constante, cansancio extremo, picores en el tronco inferior, dolor torácico, falta de olor y gusto, falta de apetito… Habilitan la App de Salud Responde y hago el cuestionario y me responde automatizadamente…”permanezca tranquilo en casa, no salga salvo para realizar compra de alimentos, farmacia o artículos de primera necesidad o para acudir al trabajo, si presenta síntomas, puede volver a consultarnos”. ¿Cómo? Acabo de poner en el cuestionario que tengo fiebre, malestar general y muchos otros síntomas, pero si no tengo dificultad para respirar puedo ir a trabajar. Increíble. Llamo a Salud Responde y entro en un bucle. Si no tengo dificultad para respirar no me atienden. Llamo al teléfono de Coronavirus Andalucía y lo mismo. Al final acabo tecleando la opción de dificultad para respirar para poder hablar con una persona en lugar de un contestador. La respuesta es que no hay test y que hable con mi médico de cabecera.

Al octavo día desde la fiebre noto como si una pesada piedra me aplastara el pecho. La fiebre no remite con paracetamol y el dolor de cabeza es tan intenso que no me permite dormir. Ya que la opción pública no es viable, porque me recomiendan no ir a urgencias salvo que me falte el aire, llamo a 2 de los principales hospitales privados. El primero me dice que por urgencias no vaya porque si no van a tener que desinfectar. El segundo me remite a mi Compañía de Seguros. Mi Compañía me confirma que a ese hospital puedo ir para urgencias y hospitalización relacionada con el Coronavirus, pero que los test son sólo en la Sanidad Pública.

Al noveno día me dice mi médico de cabecera que es a partir de ese día cuando la gente empeora. Que si noto dificultad para respirar salga corriendo. Le doy vueltas a la cabeza, no sé si hago bien en quedarme en casa, con el riesgo de empeorar y no llegar a tiempo, sin que me haya visto siquiera un médico, o ir a urgencias y exponerme a que mi carga viral se multiplique. Finalmente opto por seguir en casa.

Pero estar en casa sola, aislada totalmente de mi familia, enferma, viendo 24 horas de televisión hablando del Coronavirus, limpiando y desinfectando mi propia habitación y mi baño, pasan factura psicológica. El encierro y el aislamiento social es de las cosas más duras de esta enfermedad. Nadie te cuida, nadie te visita, sólo ves la bandeja de comida en la puerta de tu dormitorio. Veía a mis hijos por video llamada o hablaba un poco con ellos a través de la puerta cerrada, sin querer alarmarlos porque mi hijo tenía miedo. Ellos han tenido que aprender a mirar los deberes en la tablet, a imprimirlos y a hacerse el desayuno porque mamá estaba enferma y papá trabajando.

Después de 14 días de aislamiento total me dan el alta médica. Sin test confirmando la enfermedad me dicen que puedo incorporarme a mi trabajo y tener contacto con mi familia con normalidad. Pido en mi trabajo una semana más en casa, coincidiendo con Semana Santa, por seguridad, y únicamente salgo de mi habitación 1 vez al día con mascarilla y guantes para hacer la comida. Sin ningún contacto, sin comer con ellos en la misma mesa y con una profunda tristeza.

Pasado ese tiempo, me incorporo a trabajar, sin derecho a rotar en mi puesto de trabajo porque “ya había pasado el Coronavirus”, con lo cual coincido con toda la plantilla que está haciendo turnos. Trabajo en un servicio esencial, durante 4 semanas consecutivas. Durante ese plazo pido cita semanalmente con mi médico de cabecera para saber si hay disponible test, porque en la tele salen los test masivos, los PCR, todo parecen facilidades. Sigo con algunos síntomas aunque más leves, sobre todo cansancio extremo y diarrea. La respuesta en no.

Pido en mi empresa el acceso a un test, la respuesta es no.

Llamo a un laboratorio privado y la respuesta es no. Por lo visto el Gobierno ha prohibido el acceso privado.

Por fin, hace unos días pude hacerme de manera privada el test de anticuerpos, siendo costeado por mi. El resultado ha sido que tengo anticuerpos (IgG positivo) y también un resultado positivo en IgA (aún tengo el virus). Después de 50 días la lucha no había acabado. Una vez que puedo demostrar mi diagnóstico, la Seguridad Social me hace PCR (la muestra con el bastoncillo). Sale negativo (en teoría no contagio). Pero hay que confirmar con otra analítica de sangre. Aún no me han facilitado la segunda serología.

Los trabajadores esenciales fuimos a la guerra sin guantes, sin mascarillas, sin geles, sin mamparas. Enfermamos y no nos hicieron test si no estábamos hospitalizados. Una enfermedad mortal en la que accedes al médico por teléfono. Te indignas cuando ves las noticias como si todo fuera fácil. Yo no he estado en las estadísticas y me preguntaba cuántos más había como yo.

Mirando hacia atrás quizás debería haber ido a ese hospital de la Compañía de Seguros que pago cada mes, y que desinfectaran o lo que hiciera falta. O irme al Clínico y que me ingresaran o lo que fuera. A mí me salió bien, no hubo esa complicación, pero imagino cuántos han muerto o cuántos han ido al hospital tan graves por “aguantar en casa”.

Entiendo que a la economía y a las empresas no les interesa decir que el virus no se va tan rápidamente. Yo, por desgracia, he hecho un máster en Coronavirus aprendiendo por propia experiencia.

No debemos escatimar en recursos, la Seguridad Social está para darnos respuestas, no contestadores automáticos. No juguéis a la ruleta rusa como yo, porque una vez sale bien, y otra vez dispara una bala.

Espero que todo mejore, aunque si algo he aprendido es a poner en “cuarentena” todas las noticias propagandísticas que veo y escucho, porque de la publicidad a la realidad aún hay un trecho.

Print Friendly, PDF & Email