(Antonio Serrano Santos) Aburriitos que estaban Pedro y algunos de sus amigos. En la orillita del mar. Un mar con tantos nombres, vamo, pa que no se le orvie a nadie  ¡Menuos malos ratos ¡ y buenos, también, que to hay que desirlo!, les dio, como pa no olvidarlo!: Mar de Galilea, Lago de Genezaret, Mar de Tiberíades… El Maestro se iba y venía sin previo aviso, como cuando te cambian la cita previa;  y ya no sabían qué hasé. En esto, le picó a Pedro ganitas de lo que era lo suyo. Y salta y va y dise: Voy a pescá. Los demás, tan aburríos o más que él, le disen: Vamos nosotros también contigo,  ¿qué hasemos aquí más paraos que uno sin cobrá el erte?

Subieron a la barca, y remaron mar adentro. Toita la noche sin pescá ni una mardita sardina. Paresía que estaban de huerga; y eso que na da na de plástico ni basura; y es que sabían latín los mu joío y, al ver la red, desían:” tararí que te vi”. Amanesía y, derrengaítos, recogían la red, más tristes que un parao en la puerta del Inem. Y más callaos que un mudo en misa.

En la la orilla,  más sola que  una playa nudista en invieno, pegaíto a la arena, alguien les grita, con la voz má inocente der mundo, como el que no quie la cosa: “¡ Muchachos! ¿ Tenéis algo de comer a mano? Si no fuera por el cansansio, tenía guasa la cosa; y la respuesta, en vez de un taco, que se lo meresía, pensaban, le largaron un redondo : No. Ni usté perdone, ni vaya por Dios, somos más pobres que las ratas, o no estamos pa guasa…. Na de na. No; y punto redondo.

¡Anda!, que el fulano no paresía enterarse. Con más cara que espalda, y más pesao que una gitana  pidiendo echá la buenaventura, va y les dise, aguantando el tirón: “ Echad la red a la derecha y hallaréis”. Bueno, era pa bajarse de la barca y haserle la ahogaílla allí mismo en la orilla. ¡Ozú, ozú! ( Que en andalú es Jesús, Jesús, traducción directa del griego al andalú; nota del traductor, culturilla que tie uno, je,je) No en mar a fondo, ni a diez o doce metros; no, a la derechita. Tiene guasa la cosa. Este tío nos ha tomao por majares, a nosotros pescaores, lobos de mar. ¿Conque a la derecha, no? Como el que echa los dados a la suerte.

Pero el niño mimaíto, Juan, que tenía más olfato que un perdiguero y más memoria que un elefante, no como el torpón de Pedro, va y suelta :  ¡Es el Señó!. Pedro, en babia toavía, y pensando cómo vérselas con el simpático “ turista”, sintió un calambre en las entrañas y, poniéndose la sobretúnica( ¡qué finolis el escritor! sobretúnica un pescaó) porque estaba casi como su madre lo trajo al mundo, como tos los marineros en faena,  y con ese calorsito mañanero, se echó al agua más rápido y ligero que un nadaó olímpico. Los demás, pa qué tanto corré, se desían, si estamos a sien metros de la orilla…Pero Pedro, más escarmentao que un gato huyendo hasta del agua fría, le fartó tiempo pa está con su Maestro. Ya ve que, en cuantito llegaron con la barca y vieron un pez sobre unas brasas  y pan ( y eso que les preguntó si tenían algo pa comé) Jesú les dijo, pa no ofenderlos :” Traed de los peces que habéis pescado.” En vez de desirles pa que veáis que no me hase farta na de vosotros,  y toma chinche. ¡Qué va!. ¡ Anda, que con la vista a ojo de buen cubero, Juan, como to buen pescaó, carculó siento sincuenta y tres peses grandes; y con to, no se rompió la red!. Tampoco sería muy grande y fuerte, digo yo.

Desí “ traed de los peses que habéis pescado”, y saltá y subir, más rápido que un atleta sobre el potro, fue un segundo para Pedro. Y arrastró la red. El solito, porque los demás, más quietos y paraos que un gato yeso. Desde que Pedro se dio prisa en negá al Señó, la prisa se lo comía pa hasé to lo que El le pedía o quería.

Bueno, El, sin más quejas ni acusaciones, va y les apremia: “ Venid y almorzar”. Un pescaó, una noche sin pescá y sin comé, dile ven a comé y no le dará tiempo ni a darte las grasias. Pero, bueno, es que no se movieron ni pa coger pan y pescao. Se sentaron y el bueno de su Maestro, más bueno que el pan bueno,  nunca mejó dicho, les reparte el pescao y el pan., uno por uno, con más grasia y atensión que un camarero de hotel de sinco estrellas con recién contrato indefinido.  ¡ Toma ya! Como cuando les lavó los pie. Y esta vez ni Pedro, el que desía” Tú jamás me lavarás los pies a mi”, tomó el pescao y el pan más callaito y humildito que un cachorrillo comiendo de la mano de su amo.

Cuando hubieron comío, como de pasada, sin darle gran importansia, va y le dise Jesú a Pedro: “ Simón, hijo de Juan,( nominasión completa, nombre y apellio, como en un juicio, pero sin mala leche),” ¿ Me quieres más que estos? “ Pedro se atragantó, porque no lo esperaba,  y en un respiro, le dise: “ Señó, Tú sabes que te quiero”, y tragó saliva. ¿ Más que estos? ¡ Ozú, ozú!, otra ve( esto se dise cuando la cosa está ma chunga , chunga del to)  Un rato después, con esa pausa de los grandes momentos, e inesperaos, pues con una sola pregunta bastaba, la misma preguntita:  “Simón, hijo de Juan, ¿ me quieres? Ya no le pregunta “más que estos”. Solo si lo quiere. Con los ojos lacrimosos por la insistencia, ¿ tenía duda su Maestro de él?), responde a media voz: “Señor, Tú sabes que te quiero”, con algo de retintín humilde. Y sansacabó, pensó. Y hete aquí que le viene el último dardo: “ Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?” Bueno, con pucheros ,como un niño, casi gritó: “ “Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero”. Como sabías que te negaría( dijo para sí, el pobre). Máximo argumento. No podía tener ninguna duda. ¡Ay, amigo! ¡Qué listo y qué buena memoria tienes, Pedrito! “ Yo daré mi vida por ti. Y aunque todos te dejen, yo no te abandonaré!”. Tres veses le negaste y tres veses te han examinado. Nota: Matrícula de honor. Respira hondo, Simón. Se acordó del salmo que dise del Señó, como buen judío, aunque no muy de ir a la sinagoga, judio pero “ no precticante”, vamo, como un “ católico no practicante” de su tiempo, je,je…  y sí que se acordó: “ No está siempre acusando ni guarda rencor para siempre”.  Y “ ¡Oh, Señor, que amas la inocencia y la devuelves como si nunca hubiéramos pecado!”.

“ Simón, cuando eras joven, ibas y venías a donde querías. Cuando seas viejo, otro te ceñirá y extenderás tus brazos y te llevará a donde no quieras. “ Le dijo Jesús. Todos entendieron con qué clase de muerte glorificaría a Dios. Crucificado y al revé, en recuerdo de su negación, de sus lágrimas y de su amor.

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