(Antonio Serrano Santos) La otra noche vimos en Canal Sur la gala por Unicef: “ Un minuto de tu vida”. Para recoger fondos y vacunar a niños contra el sarampión. La respuesta de los andaluces es un formidable impulso de esperanza en medio de esta pandemia y el camino emprendido para enfermedades que, sin ser como el coronavirus, son mortales si no se acude a tiempo, como el sarampión. Con seis euros se curan diez niños. Doscientos mil murieron el año pasado. Queremos ser optimista, pero, hasta ahora, los síntomas nos llevan a un pesimismo que se ha agrandado enormemente con esta pandemia. Por eso, este artículo, quizás venga muy bien recordarlo.

Miles de millones se están gastando en encontrar la vacuna contra el coronavirus. En una carrera  nunca vista contra reloj. Una vacuna contra el sarampión cuesta menos de un euro. En África, el Congo, por ejemplo, están muriendo miles de niños por falta de la vacuna del sarampión.  No hace falta dudar de la noticia. Hay otras enfermedades curables sin grandes gastos en África y en muchas partes de nuestro increíble mundo, tan moderno y tan atrasado. Y el reloj del tiempo,  para esto, se ha parado o está en ralentí casi eterno. La atención absorbente, aunque necesaria, al coronavirus está dejando morir a miles que no están infectados de él.

Atentos, cristianos y los demás que seguís el evangelio: “ Se acercaron a Jesús sus discípulos para contarles que Pilato había mezclado la sangre de unos galileos con la sangre de los sacrificios rituales que ellos ofrecían.  Y, respondiéndoles, dijo: “¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que  los otros por haber padecido todo esto? Yo os digo que no y que si no hiciereis penitencia, todos, igualmente, pereceréis. Aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre de Siloé y los mató,  ¿creéis que eran más culpables que todos los hombres que moraban en Jerusalén? Os digo que no y, que si no os arrepentís, todos, igualmente, pereceréis. Y dijo esta parábola: Tenía uno plantada una higuera en su viña y vino en busca del fruto y no lo halló. Dijo entonces al viñador: Van ya tres años que vengo en busca del fruto de esta higuera y no lo hallo; córtala; ¿por qué ha de ocupar la tierra en balde? Le respondió y dijo: Señor, déjala aún por este año que la cave y la abone, a ver si da fruto para el año que viene…; si no, la cortarás”.

Muchos, cristianos, sobre todo, se preguntan por qué Dios permite tantos males. Ahora es el coronavirus. No dicen por qué los quiere, que sería decir que Dios es malo, y sería una contradicción. ¿ Y por qué los permite? Siguiendo esta línea de fe y hasta de sentido común cristiano, la respuesta es de la misma fe: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. Por eso, su paciencia no es como la nuestra, que es impaciencia y urgencia a nuestro modo. Para Dios” un día es como mil años y mil años, como un día”, dice San Pedro en su carta. “ No retrasa el Señor su promesa( de salvación universal y de todos los males), como algunos creen, es que pacientemente os aguarda, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan a arrepentirse”.

¿Por qué el viñador le dice a su señor que espere a ver si, cavándola, abonándola, da fruto aunque tarde un  año más?

Arrepentirse, hacer penitencia. Para los cristianos, ése es el espíritu del  Adviento , en el que estamos ya metidos. Para salvarse, para salvar. De todos los males, en la Resurrección,  por Jesús y como Jesús.

¿Y para el resto del mundo? El mundo, la gran viña de Dios,  está siendo cavado, abonado, con infinita paciencia. A ver si da el fruto deseado. Pero, hasta ahora, nada en infinitos  casos. ¿ Qué hace ocupando una tierra en balde?” Señor, tu viña, que con tanto amor y sabiduría plantaste, han derribado su cerca, la  han dejado como pasto para las alimañas; han sembrado cizaña y da frutos amargos y no los que tenía que dar”.

Mueren por el coronavirus, por el sarampión, por accidentes, o víctimas del terrorismo…¿ Son éstos, por eso, más pecadores que los demás? “ Yo os digo que no. Y, si no hiciereis penitencia, todos moriréis igualmente”. He ahí las palabras de Jesús, de Dios, para este mundo, de siempre y para siempre. Pero el mundo actual, como la viña, no acaba de dar fruto de justicia, de ayuda a los necesitados, a los pobres…Mientras miles de niños mueren sin vacuna de menos de un euro, y el coronavirus es la atención de lujo con miles de millones en busca de la vacuna, y tantos otros, las tres cuartas partes de la población mundial es pobre, y millones mueren de hambre, la cuarta parte se enriquece fabricando y vendiendo armas, produce productos alimenticios suficientes para acabar con el hambre, y, sin embargo, mira inmisericorde a los que se mueren de hambre; la tecnología y su avance no está paralelo al servicio de los más necesitados, hasta los explotan con precios inhumanos, y venden armas a los países subdesarrollados. Matan a los niños antes de nacer y a los enfermos, antes de su muerte natural; la ambición, el poder, la corrupción lo invade casi todo. La violación sexual en “ manadas”, el amor rebajado a puro sexo instintivo, animal; el hedonismo, el placer inmediato y sin límites; el paraíso de la droga extendido por todo el mundo a precios de sangre. Han convertido lo bueno en malo y lo malo, en bueno. Hasta en las altas instancias donde se presume de defender los derechos humanos en Europa y en gran parte del llamado mundo  “civilizado”. La civilización del amor ha sido sustituida por la “ civilización o cultura de la muerte”. La libertad y los valores humanos y cristianos, en la enseñanza y en general, están sometidos a ideologías totalitarias.  Son muchísimos más numerosos los cristianos martirizados, masacrados, en gran parte del mundo, que los de la Iglesia primitiva con las persecuciones. “ El humo de Satanás ha entrado en la Iglesia” confundiendo a muchos, desde altas instancias hasta las más bajas. Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y seglares, desviados del evangelio, de la doctrina y práctica tradicional de la Iglesia, de la moral y dogma. No son muchos comparados con el resto, pero son suficientes para que los enemigos e ignorantes, a través de los medios, crean la impresión de que es en general. Solo ven lo malo y callan ante lo que es más abundante  y bueno.

“Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.” Y  el castigo no vendrá directamente de Dios. El mismo hombre se acarreará su propio y merecido castigo. “El pecado ecológico” es el pecado contra la naturaleza y la dignidad humana. Testigo es la Historia. Y hoy, más que nunca, por cuanto hay más medios de soluciones, pero más medios de acapararlos , más ambición, más crueldad, más indiferencia, más egoísmos, más desprecio a los pobres, a los enfermos. Pocos son los que se arrepienten y  siguen, como la viña, sin fruto.

Por eso, ha llegado a este mundo el momento cumbre de nuestra historia, ya que, como decía el Papa San Juan Pablo II: “ Hoy estamos viviendo los síntomas del Apocalipsis”. El mundo, hoy, ha llegado al límite de la maldad. La máxima autoridad moral, el Papa, fue víctima de un atentado. La inocencia de los niños está siendo pervertida, explotada, prostituida., víctimas de abusos hasta los bebés. Ha convertido lo bueno en malo y lo malo, en bueno. Al margen de la maldad humana de muchos, el planeta Tierra está sufriendo  esos signos: Terremotos nunca vistos, clima desaforado, descontrolado, inundaciones, incendios espantosos, guerras, terrorismo, el mar con gigantescas olas, tsunamis arrasadores, volcanes en erupción, innumerables víctimas del odio, de crímenes. “ Los hombres se secarán de espanto por el oleaje y estruendo del mar y de las olas. Los padres irán contra sus hijos y los hijos contra los padres. Y por la abundancia de la maldad ,muchos, hasta  buenos, se pervertirán..  Se levantarán nación contra nación y reino contra reino, habrá grandes terremotos y en diversos lugares hambre, pestes, espantos y grandes señales  en el cielo y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Todo esto ya está ocurriendo. Nunca ha llegado nuestro mundo, hasta ahora, a estos gigantescos sucesos.” Pero no se perderá un solo cabello de vuestra cabeza. Con vuestra paciencia salvaréis vuestras almas”. “ En el mundo tendréis tribulación. Pero confiad; Yo he vencido al mundo”. Ya se está cumpliendo la profecía: Los signos del Apocalipsis.

Ahora, que se rían los escépticos. Que nadie se arrepienta de sus pecados. “ Todos moriréis igualmente”. “ Moriréis en vuestro pecado”.

Ahora es tiempo de perdón, de arrepentirse, de amor y misericordia. De dar fruto. Dios, la Iglesia , el ejemplo de los santos y de los buenos cristianos y de toda alma buena, la oración pidiendo misericordia, están cavando, abonando la viña de la Tierra, la viña de Dios. Y espera Dios, en su paciencia y misericordia infinitas, todavía, fruto.

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