(Antonio Serrano Santos) En pleno auge de la Ley de Memoria Democrática y todavía de la Ley de Memoria Histórica, quiero repetir la publicación de este artículo, pero con una introducción añadida por una curiosa e inesperada circunstancia. Acabo de recibir una carta del Tribunal Constitucional a mi nombre en respuesta a una mía del 15 de julio pasado, en la que le enviaba este artículo.

Esta carta del Tribunal C. es la prueba de que mi intención, la de mi artículo y carta, no era un recurso legal contra las dos leyes, porque carecía de los requisitos legales para serlo. Sólo era una información que no esperaba ni siquiera respuesta, en la esperanza de que de alguna manera, al leerla alguien, lo tuviera en cuenta y sirviera para algo bueno. Cosa que esperaba del Partido Popular y del PSOE a los que envié ,a ambas sedes, ese mismo artículo. Y ninguno me respondió. Volveré a enviársela a ver si me contestan. A mis noventa y pico años, creo que merezco una atención como la que el Tribunal C. se ha dignado tenerme. Pero no guardo resentimiento si no vuelven a contestarme.Puede que no recibieran la carta. Esta vez las enviaré certificadas. Creo haber cumplido algo que mi conciencia y mi deber de ciudadano me pedía.

Tengo un amigo “ on line”, noble y nada de derechas, pro sin rencor, que dijo en un comentario en fb que él comprendía la actitud de los que en la guerra civil española, perseguían sus ideales, por ambas partes. Solo, y con razón, se quejaba de los que con maldad y egoísmo, perseguían otros fines espúreos.

Las dos leyes, por tanto, deben aplicarse a los crímenes  y víctimas de los dos bandos, no sólo a uno solo. Del franquismo y de la república y guerra civil. Si no, es una ley incompleta y, por tanto, injusta. Y tanto en la Ley de Memoria Histórica como en la de la Democrática, en la actualidad, deben tomarse las decisiones para ambas partes, y reconocer, noblemente, que ese es el camino para la paz, la que surgió en la Constitución Española. Las palabras de Manuel Azaña, presidente de la República, están en mayúsculas y son lo que hoy es necesario hacer, sobre todo, desde el Partido Socialista.

A PROPÓSITO DE LA LEY DE MEMORIA HISTÓRICA Y DE LA LEY DE MEMORIA DEMOCRÁTICA

En la historia del Cristianismo, la fe, como la estrella que guió a los Magos, se manifiesta por primera vez y guía al nuevo creyente; otras veces  se oculta al que ya la tenía y, después, a veces, por extrañas o impredecibles circunstancias, aparece de nuevo, dando un cambio radical y feliz a su vida.

Gente sencilla y personalidades famosas del arte, de la política, de la cultura, han entrado, así, en la Iglesia Católica o han regresado a ella. Por eso, no valen explicaciones de ignorancia o incultura, psicológicas, de fanatismo o hipocresía. Es un misterio para los creyentes y, también, para los que no creen. Pero es un hecho.

No voy a enumerar, sería interminable, los conversos y los reconvertidos, sobre todo, de nuestro siglo. Hoy, basta  buscar en Internet y sorprenderá a muchos el número y la calidad de estas conversiones. Sólo voy a poner un ejemplo, emocionante, y que nos toca a nosotros de cerca, muy oportuno en estos días en que se pide al “nuevo Gobierno que ayude a superar posturas de hostilidad hacia la Iglesia, y posturas de hostilidad entre los partidos políticos, considerándose más enemigos que rivales con derecho a gobernar, intentando excluirse unos a otros, incumpliendo, de hecho, las leyes de la democracia.

Se trata de  uno de los más grandes oradores, periodistas , escritores y políticos de la Historia de España. Del Bienio social-azañista.

Copio, directamente, de los testigos presenciales:

«El domingo 5 de febrero de 1939, ya a finales de la guerra, Don Manuel Azaña, Presidente de la República durante el trágico período del Frente Popular, sale de España con su mujer, doña Dolores Rivas, y entra en tierra francesa. Cuando las tropas alemanas ocupan la zona de Burdeos, en junio de 1,940, se traslada a Montauban, adonde llega enfermo de corazón. “Un buen día apareció- dice su viuda- una monja de Montaubon, con la pretensión de que le recibiera. Era hermana de la Caridad, se llamaba Soeur Ignace y venía a pedir una recomendación ante el embajador de Méjico, en ayuda de unas familias judías que querían salir de Francia. La monja siguió yendo al hotel donde se alojaba a interesarse por Azaña y por la familia..

Azaña es trasladado de habitación y repetía, con su insistencia de enfermo, el deseo de conocer al nuevo obispo de Montaubon, relata su viuda. En la noche del 3 de noviembre, Azaña entraba en su agonía. Su misma mujer mandó llamar a la monja y al obispo, al que despertaron. Narra este obispo, monseñor Pierre Marie Thèas: “

“Posesionado de la catedral de Montaubon el 17 de octubre, fui, al día siguiente, llamado por el Presidente Azaña, enfermo. El primer encuentro fue muy cordial. ”Vuelva a verme todos los días”, me dice el Presidente. En efecto, todos los días por la tarde iba a conversar un rato. Hablábamos de la revolución, de los asesinatos, de los incendios de iglesias y conventos. El me hablaba de la impotencia de un gobernante para contener a las multitudes desenfrenadas.”

Continúa el prelado francés: “Deseando conocer los sentimientos íntimos del enfermo, le presenté un día el Crucifijo. Sus grandes ojos abiertos, enseguida humedecidos por las lágrimas, se fijaron largo rato en Cristo crucificado. Seguidamente lo cogió de mis manos, lo acercó a sus labios, besándolo amorosamente por tres veces y exclamando cada vez: ¡Jesús, piedad y misericordia! Este hombre tenía fe. Su primera educación cristiana no había sido inútil. Después de errores, olvidos y persecuciones, la fe de su infancia y juventud informaba de nuevo la conducta de los últimos días de su vida”. “A esta pregunta- continúa el obispo Théas- :¿Desea usted el perdón de sus pecados? Respondió: Sí. Y recibió con plena lucidez el sacramento de la Penitencia que yo mismo le administré”.

“En la noche del 3 de noviembre, a las 23 horas, confirma el obispo, la señora de Azaña me mandó llamar. Acudí inmediatamente, y en presencia de sus antiguos colaboradores y de su esposa, administré la Extremaunción y la Indulgencia plenaria al moribundo en plena lucidez. Después, sujetas sus manos entre las mías, mientras yo le sugería algunas piadosas invocaciones, el Presidente expiró dulcemente en el amor de Dios y en la esperanza de su visión”.

La fe de su infancia y juventud, como dedujo, lógicamente, el obispo, dejaría una impronta en su alma infantil. En colegios religiosos estudió y se educó Azaña.Y en esa edad  la inocencia,que intuye la verdad aunque después las vicisitudes de la vida la combaten, esconden un rescoldo bajo las cenizas frías de la indiferencia, el ateísmo o agnosticismo, que al soplo de un dolor, la muerte, un buen ejemplo, o el amor, reviven con una fuerza increíble en muchas almas que se daban por perdidas. Sólo Dios conoce el corazón de los hombres y éstos suelen ser menos comprensivos, justos y misericordiosos que El.

La ley de Memoria Histórica y la de Memoria Democrática son incompletas. Olvida la otra mitad, tanto de la Histórica como de la Democrática.  Lo que es, además de injusto, antidemocrático. Se va a proponer su aprobación, ( ya aprobada). A ver cómo está la “memoria”· de los congresistas en materia histórica.  A ver hasta dónde llega su interés por la verdad y no por las conveniencias políticas. Desde la desamortización de Mendizábal hasta las expropiaciones de bienes inmuebles, y otros bienes, a civiles y, sobre todo, a la Iglesia, no se han devuelto a sus legítimos propietarios esos bienes. Todavía están en uso, o mal usados, bienes inmuebles, conservados, hasta en el franquismo, edificios que conservan sus nombres originales,  en toda España, como el cuartel de Capuchinos, antes convento de Capuchinos; el cuartel de la Trinidad, antes iglesia de la Trinidad; y otros, en Málaga. El  Palacio de San Telmo, en Sevilla. El edificio del Congreso de los diputados; el Palacio de las Cortes. En Madrid. Todos de origen y destino religioso, destinados, luego, a fines distintos.  Si ahora se busca todo indicio o cosas del pasado franquista, , no se busca, sin embargo,  ni se recupera, ni se compensan las “ cosas” que, durante la guerra civil, incluso antes,  fueron robadas, asaltadas, incendiadas. Con el mismo afán de justicia, se debería recuperar las obras de arte, los objetos valiosos, muchos arrebatados o destruidos por el simple hecho de oler a cristiano; las tierras y bienes expropiados. Y lo mismo que se declaran ilegales los juicios y condenas del franquismo, deben ser declarados ilegales los juicios y los tribunales populares y sus condenas, muchos no por motivos políticos, sino religiosos. Y lo mismo que se exige investigar los crímenes del franquismo, se debe investigar los crímenes  realizados durante la República por milicianos/as, grupos violentos e ilegales. Hay quienes dicen que Franco, militar republicano, no atacó a la República, sino a las hordas descontroladas que salieron de ella, como dijo en su destierro el mismo Presidente, Manuel Azaña. Si luego por un acto personal, decidió cambiar de forma de gobierno, según unos, dictadura, y, según otros, autoritario, es otro problema. Cosas que están saliendo ahora a la luz y que los historiadores han demostrado como verdad histórica.  La Memoria Histórica y Democrática, que sin esa otra parte de la Memoria, es incompleta,  sería media verdad, y, por eso, al olvidarla, intencionadamente o no, resultan falseadas e injustas, y que ahora se ponen en el candelero público como si la otra no existiera. La justicia y la verdad, histórica o democrática, deben ser iguales para todos, gobiernos y personas. Los juristas del gobierno no pueden ignorar la definición de ley: “ Es la ordenación de la razón ordenada para el bien común( toda la sociedad) y promulgada por la autoridad competente” Una ley, como estas dos, creada y promulgada solo para una parte de la sociedad, como solo para las víctimas del franquismo, y excluye a la otra parte de la sociedad, las otras víctimas que también lo fueron, no es ley, es una especie de privilegio.

España debe saber la verdad completa, y ocultarla u olvidarla, es una táctica antidemocrática, injusta, con intereses ajenos al bien de la sociedad. Y ese afán de este gobierno y sus socios de gobierno, por esta Ley de Memoria Histórica y Democrática, en contra del espíritu de la Constitución que dio cerrojazo, con ánimo común de mirar al futuro,se contradice totalmente con estas palabras que pronunció nada menos que el mismísimo Manuel Azaña, Presidente de la Segunda República: “ BUSCAR EN EL PASADO RAZONES  DE ENEMISTAD E INTERPRETAR LA HISTORIA PARA HACERLA SERVIR DE ALIMENTO AL ODIO ES UNA ABERRACIÓN…TENEMOS DERECHO A VOLVER LA VISTA ATRÁS SIN ORGULLO Y SIN MELANCOLÍA PARA ESCARMENTAR CON NUESTROS  ERRORES Y TOMAR EJEMPLO DE LAS VIRTUDES, DEL VALOR, DE LA PERSEVERANCIA, DONDE LAS  HUBIESE,Y  SACAR DE UNOS  Y OTRAS, LECCIÓN PARA EL PORVENIR”. Y estamos en el porvenir, sin haber aprendido su lección magistral.

Don Manuel Azaña debería salir de su sepulcro y repetir estas palabras en el Congreso de los Diputados, sin gritos ni insultos, y ver la cara que se les pone por estar haciendo exactamente lo contrario de lo que dijo su entonces Presidente del Bienio Social-azañista, progresista,  y hacen caso, por fin. Porque los que hoy se atribuyen una actitud progresista, están demostrando, con  equivocado orgullo, una actitud retrógrada, según lo dicho por Azaña.

Dicho todo esto sin ánimo de polémica, ni odio, ni rencor. Sin militar en ningún partido político, guardándome mi voto , en adelante, si Dios me da vida,  para el que gobierne con justicia, verdad y buen ejemplo, sin importar quien sea. Por amor a la verdad, a la paz y al bien de todos. Y estoy dispuesto a rectificar en lo que me haya equivocado o mal informado, pidiendo perdón a quien haya ofendido, sin intención.

Porque las formas de gobierno no suelen ser malas; las hacen malas las personas malas que hay en ellas.

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