Este año se celebran los 100 años de la radio en España, un medio que no solo ha transmitido noticias, música y cultura, sino que ha sido testigo de momentos inolvidables en la vida de muchas generaciones, incluida la mía. La radio ha sido parte de mi día a día, desde mi infancia en Málaga hasta hoy, cuando me despierto escuchando Radio Nacional o Canal Sur. Cada emisora, cada sintonía y cada voz se han convertido en la banda sonora de mi vida, llena de recuerdos entrañables y de emociones compartidas.
Recuerdo, como si fuera ayer, aquellas mañanas en casa de mis padres, donde la radio era el telón de fondo de la rutina familiar. Mi padre escuchaba a Juanito Valderrama mientras se afeitaba, y en la peluquería de mi barrio, Machín resonaba como el eco de una época dorada. Cada sintonía se grababa en mi mente, marcando el mediodía y anunciando las noticias que, aunque en aquel entonces no entendía del todo, lograban crear un ambiente de familiaridad y cercanía.
La radio también me acompañaba en la casa de mi abuela, donde se sentía la nostalgia de las grandes voces de antaño y el susurro de melodías que transportaban a otra época. En aquellos días, descubrir la música en la radio era como abrir una ventana a un mundo nuevo, esa hora del Ángelus, tan religiosa, aunque con los años la cambien con otro fin muy distinto. Con la llegada de mi juventud, la radio se convirtió en una aliada, no solo para disfrutar de música y deportes, sino también para capturar esos momentos únicos. Como muchos de mi generación, grababa en mi cassette del Panda éxitos de Los 40 Principales, cortando la voz de los locutores para obtener la canción del momento antes que nadie.
La radio me hizo vivir la emoción de los partidos de fútbol de mi querido Málaga de los ochenta, celebrando victorias como aquella memorable contra el Real Madrid, que escuché mientras disfrutaba de lo que se convertiría en mi película fetiche, Blade Runner. Y no olvidaré el sentimiento de euforia cuando el Caja de Ronda estuvo a punto de tocar el cielo en el mundo del baloncesto.
No solo me conectaba con el deporte, sino también con la información y los momentos históricos. Las voces de RNE, SER, Canal Sur y COPE fueron mi escuela de maestros de la radio, quienes me enseñaron el poder de la narración y la magia de las ondas. La radio me acompañó en momentos difíciles, como aquel 14 de noviembre de 1989, cuando una DANA provocó terribles inundaciones. Me encontré atrapado junto a mis compañeros en una nave industrial, sin más medios de comunicación que un transistor de pilas que nos mantenía informados sobre el desastre. Fue un día que jamás olvidaré, un ejemplo claro de cómo la radio puede ser el único vínculo con el mundo exterior en tiempos de emergencia.
Hoy, mientras celebro estos 100 años de radio en España, quiero dedicar estas líneas a todos los profesionales de la radio que han formado parte de mi vida, desde aquellos que aún siguen en activo hasta los que ya no están con nosotros, pero que permanecen en nuestro recuerdo.
La radio, en su simplicidad, ha sido y será siempre un medio insustituible, capaz de crear un lazo invisible que nos une y que, aunque evolucionen las tecnologías, nunca perderá su esencia.