(Por Eduardo Madroñal Pedraza) Para nosotros, las gentes del resto de España, a veces parece que Extremadura aparece y desaparece de la geografía española. En realidad, y más en estos días electorales, como el río Guadiana, el más largo en tierra extremeña al que ni siquiera de un tajo el río Tajo, el más largo de nuestro país, lo es en estos territorios; España aparece en estos momentos en Extremadura. Porque asistimos a una ofensiva de políticas reaccionarias que ponen en peligro la paz, los pilares más básicos del Estado del Bienestar y las libertades, tanto en nuestro país como en muchos otros.

La situación internacional determina la situación nacional

Como agudamente Enric Juliana insiste en sus columnas de opinión, la política interior y política exterior siempre van juntas, forman una unidad dialéctica. Estamos radicalmente de acuerdo. Pero humildemente creemos necesario añadir que son una unidad dialéctica en la que una es la dominante. En estos largos tiempos, en Extremadura y en el resto de España, la situación internacional determina nuestra situación nacional.

Veamos algunos rasgos que lo demuestran. El genocidio en Gaza continúa, aunque se haya declarado un Alto el Fuego gracias a la movilización popular y la presión internacional. Las amenazas de Trump para invertir un 5% del PIB en el rearme suponen un peligro para la paz y un gigantesco saqueo económico que pone en peligro las pensiones públicas, la sanidad pública, la educación pública y todas las medidas de protección social. Los derechos sociales y laborales que han sido conquistados por la prolongada lucha de la clase trabajadora, los ganados por la lucha del masivo movimiento feminista de nuestro país, del movimiento LGTBI+ y otros movimientos, están siendo atacados y cuestionados. La desigualdad no para de aumentar, pese al crecimiento económico. Mientras bancos, oligopolios y capital extranjero reciben una lluvia de millones, la mayoría sufre la precariedad y el atraco del precio de la vivienda.

Todas estas políticas tienen como promotor principal al gobierno de EEUU, presidido por Trump. En nuestro país y en Extremadura también, sus representantes políticos defienden sus intereses, se disfracen como se disfracen, el del reducido grupo de bancos, oligopolios y capital extranjero, principalmente estadounidense, que se benefician del crecimiento económico.

Redistribuir la riqueza en Extremadura y en toda España

Ante esta situación todos los partidos, organizaciones y personas progresistas y demócratas debemos trabajar por una unidad lo más amplia posible; unidad para defender la paz, las libertades y para avanzar en la redistribución de la riqueza.

Extremadura es una de las comunidades con la renta per cápita más baja. Pero tiene muchos recursos: un enorme territorio con grandes riquezas naturales, agrícolas y ganaderas, una situación geográfica cuya línea fronteriza con Portugal, La Raya o A Raia, ofrece inmensas posibilidades económicas con la perspectiva ibérica, y un valiosísimo patrimonio natural y cultural. En Extremadura y en toda España hay que redistribuir la riqueza.

Necesitamos crear una industria que genere riqueza de forma sostenible. Necesitamos una política de creación de riqueza y empleo de calidad para que nadie tenga que emigrar. Y necesitamos redistribuir la riqueza con una reforma fiscal progresiva, en vez de bajar los impuestos a los más ricos. Así podremos dotarnos de recursos para sanidad pública y la educación pública, y para tener un Plan de Vivienda Pública con viviendas sociales asequibles en venta y en alquiler.

Por eso, el programa que necesita España aparece en estos momentos en Extremadura, y aparecerá en todas las elecciones autonómicas y, obviamente, en las generales. Un programa imprescindible que apueste por la unidad para defender la paz, las libertades, la redistribución de la riqueza; y para avanzar en la construcción de un frente lo más amplio posible que defienda los intereses comunes de la mayoría social española frente a los ataques de la minoría oligárquico-imperialista en nuestro país, de la superpotencia yanqui en su ocaso.