(Jmm Caminero) Existen tres tipos de personas y de personas en sus familias y de personas en relación a los libros: los que apenas tienen libros, los que están en el medio, los que les sobran.

Todos hemos conocido, más en el pasado, supongo que ahora menos, que existían familias, que no pasaban los libros, en más de una docena, sin contar o contando los escolares –claro está, esto es de la niñez, aquellos otros tiempos-, existen personas y familias con personas en relación a los libros, que disponen de unas decenas o docenas –todavía habría mucho sitio para disponer de más, los septiembres de cada año, era una invitación para coleccionar todo, ahora ya se ha perdido esa realidad-, tercero, existen otras personas y familias que disponen de unos cientos –entre todos los tipos de libros, incluidos los escolares o educativos propios o de sus hijos, las colecciones que antes hemos mencionado o alguna de ellas, y, los personales de cada miembro-.

Y, existen un cuarto grupo, que son los lectores, lectores semicoleccionistas, personas de la cultura, que acaban teniendo tantos libros, en su disciplina, que ya no les caben en casa. Aquí se abren todas las posibilidades, unos coleccionan obras de teatro y todo lo relacionado con el teatro, o de futbol –en mi ciudad se hablaba de alguien que tenia en video todos los partidos del Real Madrid, no sé si esto es posible, pero eso se indicaba-, o miles de libros de literatura, o, en menor medida algunos de ciencias, otros un poco de todo…

¿Qué hacer entonces cuándo los libros van saliendo de los anaqueles, se van poniendo ya caídos, no por el lomo, porque además existe un enorme peligro de no encontrar el libro que se busca cuando se necesita…? Pues existen muchas fórmulas, en el caso de los escritores, pues los que triunfan en la literatura pueden que tengan dos casas, una la vivienda en la ciudad, por lo general, Madrid o Sevilla o Barcelona o Bilbao o Valencia o Zaragoza…, otra en una residencia, en el campo o en la mar. Y, sucede lo mismo se van llenando, el caso de Sánchez Drago, que disponía de treinta mil, o aproximadamente, si mi memoria no me falla, el caso de Pérez Reverte que es una cifra enorme, y, casi todos los escritores que en este lagar, han tenido éxito, o mediano éxito a medio gas, pues han ido acumulando libros por cientos, al principio, por miles al final. Algunos, ya dejan de comprar, o solo excepciones, porque no saben qué hacer con ellos, no saben dónde incluirlos o guardarlos. Y, vuelven a las bibliotecas públicas, para buscar algunos libros. Sé y sé por oídas, que algún escritor o no, ha tenido que ir a la biblioteca a buscar un libro, porque las dos o tres ediciones, que él o ella tiene, no los encontraban.

Conozco, de un profesor de historia de secundaria, que supongo que Dios ya lo habrá llamado a su seno –espero que esté en la buena eternidad-, pues alquiló dos o tres plazas de garaje y similares, para guardar y conservar los libros. En general, los escritores, tienen otro doble problema, no solo conservar sus libros, no solo encontrarlos cuándo buscan uno, el problema de que estén en dos residencias o lugares, incluso, algunos en casa de los padres y su vivienda. Es que van acumulando su propio material, sus escritos, sus manuscritos, sus artículos, sus trozos de prensa sobre su trabajo, artículos periodísticos, manuscritos que no se han publicado, cartas, proyectos, y, mil otras cosas. La solución que se suele hacer, es meterlos en cajas e irlos conservando en sus viviendas.

Cuándo esto no es posible, y, eso suele ser pronto, a mediana edad. Pues tienen que buscar una solución para sus libros que borbotean de las librerías como trozos de magma de volcanes, más todo ese material propio. Volvemos otra vez, a la segunda residencia, propia o de otra persona, o a los trasteros. Se alquilan trasteros para este fin. Por eso, esos programas de televisión que se subastan trasteros, cuándo se dejan de pagar, se encuentra de todo. En algunos cientos de pinturas –que este ramo del saber, también tienen el mismo problema o más-. O, el caso de Vivian Maier, que se ha puesto de actualidad, por casualidad no se perdió miles de fotografías –tema que deberíamos recordar, ¿cuánto se perderá, cuándo las bibliotecas regionales y provinciales y locales, empezarán a conservar materiales de las personas y autores, en distintas disciplinas de sus ciudades y territorios?-.

Bueno, ahora me encuentro con un dilema, cito, por agradecimiento, o no lo hago,  por si alguien se ofende. Me he encontrado que el notable escritor y articulista Andrés Trapiello, cristalizó un artículo que publicó en La Vanguardia, –Magazine-, titulado: Pocos, menos, demasiados. Donde nos habla del tema de los libros, los libros como seres o entes materiales. Evidentemente, existen mil perspectivas en este tema…

Ahora, ahora ya el mundo ha cambiado, ahora Internet indica que está todo, todos los libros, Archive Internet, está intentando ser la Biblioteca de Alejandría de hoy, dónde estén todos los cientos de millones de libros que existan –en multitud de ediciones, incluso manuscritos-, y, de los demás materiales de la cultura. ¿Lo conseguirán?

Pero existe una duda, una gran y grave duda. Dicen los expertos, que si se detona una bomba nuclear en el espacio, pongamos por caso, a cincuenta o cien kilómetros, todos los sistemas eléctricos y electrónicos, se destruirían. Por tanto, todos los libros y toda la cultura, que esté conservada en dichos sistemas, en un tercio o en medio planeta se destruiría. ¿Continuará existiendo este artículo periodístico dentro de cien años…?

http://articulosperiodisticosjmm.blogspot.com.es © jmm caminero (30 dic. 24-05 en. 25 cr).

Fin artículo 4.636º: “Los libros que ya no caben en el hogar y A. Trapiello”.