Último adiós a un amigo, un maestro y un gran ser humano: Don Antonio Serrano SantosHoy nos despedimos de Don Antonio Serrano Santos, un hombre que dejó una huella imborrable en cada rincón que tocó con su vida. A sus 92 años, nos dice adiós de manera serena y rodeado del cariño de sus hijos, nietos y seres queridos. Un padre ejemplar, un maestro adelantado a su tiempo y un fiel colaborador de nuestros medios, Diario Alhaurín y 103 Málaga, donde desempeñó con pasión la labor de columnista durante más de dos décadas.

Su legado no se limita solo a las letras. Antonio fue un pionero que supo adaptarse a las nuevas tecnologías con la misma dedicación con la que enseñaba a sus alumnos o escribía sus columnas. Desde sus primeros pasos en la informática, se animó a escribir sus obras y artículos con la ayuda de un ordenador, demostrando que el amor por la enseñanza y la palabra no tiene edad ni barreras tecnológicas. Fue un hombre que supo aprender, innovar y, sobre todo, compartir su conocimiento, siempre con una sonrisa y una voluntad incansable de seguir evolucionando.

Quienes tuvimos el privilegio de compartir su compañía, no solo recordaremos sus escritos, sino también los momentos cotidianos que nos regaló. Esos ratos compartidos con una cerveza en la mano, o las largas charlas frente al mar en Torre de Benagalbón, donde la vida se saboreaba a otro ritmo, sin prisas, con la sabiduría que solo el tiempo sabe otorgar. Nunca olvidaré aquellos intentos de pesca que, aunque no dieron muchos frutos, sí nos dejaron risas y anécdotas que permanecerán para siempre en mi memoria.

Antonio era de esas personas que te marcan no solo por lo que dicen, sino por lo que hacen y, sobre todo, por cómo te hacen sentir. Su nombre estará por siempre ligado a su Campillos querido, donde generaciones de estudiantes guardan de él un recuerdo imborrable como profesor y mentor. Y es que Antonio, además de formar mentes, supo formar personas, transmitiendo valores que trascendían el aula y que hoy forman parte de la esencia de quienes tuvieron la fortuna de aprender de él.

Quiero expresar mi más sincero abrazo a todos sus allegados, especialmente a su familia, que tan generosamente me permitió sentirme como uno más entre ellos. Vuestro padre, abuelo y amigo fue un ejemplo de vida, y me enorgullece haber podido compartir tantos momentos con él, siempre cargados de enseñanzas y afecto.

Estas palabras son solo un pequeño tributo para un hombre que se ha ganado un lugar especial no solo en mi recuerdo, sino en el de toda la comunidad que tuvo el privilegio de conocerlo. Antonio, gracias por enseñarnos a vivir con integridad y pasión, a no temerle a los cambios y a amar la vida con todas sus aristas.

Descansa en paz, Don Antonio. Sigue escribiendo desde el cielo, allí donde tus letras seguirán siendo el reflejo de la gran persona que fuiste aquí. Hoy, con el corazón encogido, te decimos adiós, pero sabemos que siempre estarás presente en nuestras vidas y en nuestros corazones.