Su diseño vanguardista, su fuerte impacto ambiental y paisajístico, y su coste desproporcionado (casi 4 millones de euros) están generando un gran rechazo entre los vecinos de Parauta,  municipio en el que se encuentra el cortijo  Conejeras sobre el que se construirá el nuevo Centro de Visitantes del Parque Nacional de la Sierra de las Nieves.

Como  puede verse en las redes sociales vinculadas a la Sierra de las Nieves, el rechazo también es mayoritario entre los usuarios del Parque y las  asociaciones y plataformas ciudadanas que velan por su conservación. Los colectivos conservacionistas consideran que,  tal y como se ha concebido el Centro  de Visitantes, genera  un impacto ambiental y paisajístico inasumible para un entorno tan sensible y frecuentado por todos, además de conllevar unos riesgos geológicos que no se han tenido en cuenta.

Un patrimonio geomorfológico en peligro.

La Sierra  de  las  Nieves  constituye un  sistema kárstico   en  carbonatos de  elevado   interés geomorfológico, por lo que se encuentra incluida en el Inventario Español de Lugares de Interés Geológico (LIG SBs011). De hecho, su geomorfología kárstica, junto con la presencia de Abies pinsapo, son los principales valores naturales que propiciaron su temprana declaración como Parque  Natural  en 1989, y su reciente declaración como  Parque  Nacional  en 2021. Entre los elementos  más   característicos  del   modelado  kárstico   destacan  los   poljes   o   grandes depresiones cerradas como  la de Conejeras, de fondo plano,  colmatadas de arcillas  de color rojo (terra rossa), con drenaje endorreico y desarrollo de galerías  subterráneas. Por encima de esta llanura  sobresalen unos  promontorios rocosos con lapiaces conocidos como  hums. Los hums  de Conejeras, hasta cuatro, se comportan como relieves de resistencia residual frente a la erosión  y presentan diversos  tamaños, destacando uno  al este, junto  al pilar  y al gran quejigo, y otro al oeste donde  se ubica el cortijo homónimo, que es donde  se ha proyectado el nuevo edificio del Centro de Visitantes, lo que conllevará su explanación y arrasamiento.

Existen además otros  elementos típicos  del paisaje kárstico  que se desarrollan en el polje de Conejeras,  además  de   los  hums,   como   las   dolinas   (depresiones  menores  que   suelen inundarse  tras   fuertes  precipitaciones),  las   uvalas   (conjunto   de   dolinas),   y  los  ponors (sumideros a través de los cuales se produce el drenaje temporal de las aguas  superficiales del polje). Además, este  polje forma parte indisociable del conjunto más destacado de poljes de la Sierra de las Nieves,  que  se  distribuye  por el sector occidental del parque natural, donde  se conocen localmente como  navas  (la toponimia hace  alusión  a ellas dependiendo del tamaño: Navazo, Nava o Navacillo), si bien el polje de Conejeras es el más  completo en cuanto formas del relieve se refiere.

Además, todas estas navas  son de propiedad privada a excepción del polje de Conejeras, que es de titularidad pública, siendo  por este  motivo el único accesible a los visitantes del espacio protegido. Precisamente por ello posee un gran potencial para  la divulgación  del patrimonio geomorfológico de la Sierra de las Nieves que, en última instancia, es lo que se pretende con el Centro de Visitantes.

Destrucción del patrimonio etnográfico.

Asociado a los  poljes  o navas  anteriormente señalados existe  un característico sistema de asentamientos protagonizado por  modestos cortijos  de  sierra  que  pusieron en  cultivo  los fértiles  llanos  arcillosos. Estos  cortijos  tuvieron su origen con las desamortizaciones civiles y eclesiásticas acontecidas durante el siglo XIX.

En el caso de Conejeras, todavía se conservan las ruinas del antiguo cortijo que se mantuvo en pie hasta los años  70 del siglo XX, destacando su horno  de ladrillos  y su era empedrada. La primera  referencia documental de esta edificación se  remonta a 1874,  correspondiente a la planimetría del Avance Catastral del Ayuntamiento de Parauta.

Construido sobre  el hum  que  domina  el  llano,  se  dedicó  a  la agricultura del  cereal y las leguminosas en régimen de secano (su gran era rectangular, ubicada en la zona más venteada, da fe de la importancia que tuvo dicha actividad), unas  tierras de labor conocidas antaño como Hazas  del Puerto  de Conejeras. Pero este  cortijo también desempeñó un importante papel  en la arriería y la trashumancia de la ganadería, dada  su estratégica ubicación en el cruce  de los caminos de Ronda a Marbella y de Parauta a Tolox. Por todo ello llegó a ser muy conocido en toda la comarca.

Otro episodio más  reciente puso  al cortijo Conejeras en el foco mediático cuando el magnate libanés Reymond Nakachian y su esposa la princesa Kim Hong-Hee, perteneciente a la dinastía coreana Simla (la extravagante cantante  de ópera  Kimera), conocidos por el secuestro de su hija Melodie, adquirieron en 1991 la Finca Conejeras, de 325 ha.

Su intención era desarrollar un proyecto inmobiliario que contemplaba un hotel y un campo de golf en la entrada del Parque  Natural  Sierra de las  Nieves.  Sin embargo, el grupo ecologista Silvema puso  en sobre  aviso a la Agencia de Medio Ambiente, que pudo ejercer  su derecho de retracto —ya que en el momento de la venta no pudo llevar a cabo  el derecho de tanteo al no ser  informada de  la operación—, y finalmente adquirió  la finca  por 35 millones  de  pesetas, cantidad que oficialmente pagó por ella el empresario libanés, de ahí que en la actualidad la finca sea monte público.

El cortijo Conejeras, cuyo topónimo hace  alusión  a la abundancia de conejos que hubo en ese llano hasta la llegada de la mixomatosis en la segunda mitad del siglo XX, también ha jugado un importante papel  identitario. Este animal,  tan preciado en la gastronomía serrana, fue elegido por Parauta como  símbolo  de su municipio  y es el motivo por el que se celebra su fiesta más popular y concurrida.

En consecuencia, la  puesta en  valor  del  cortijo  Conejeras es  fundamental por  múltiples razones: 1) Para  salvaguardar la  historia  y la  identidad del  municipio  de  Parauta; 2) Para reconocer el simbolismo del lugar en la lucha contra la especulación urbanística en el Parque Natural;  3) Para  divulgar los modos de vida vigentes  en la Sierra de las Nieves hasta el siglo pasado; 4)  Para  conocer la  huella   humana en  el  paisaje.  Por  ejemplo,  los  pastos que actualmente cubren estos extensos llanos  no se entenderían si no fuera porque estas tierras estuvieron cultivadas hasta la segunda mitad del siglo XX, de ahí la importancia de conocer la historia local para comprender el paisaje actual.

De manera incomprensible, la Dirección  del Parque  Nacional  le ha preparado otro destino al cortijo Conejeras: el edificio que albergará el nuevo Centro  de Visitantes, con sus  más  de 900 m2, se construirá sobre  sus  restos, destruyéndolo para  siempre y arrasando el hum  sobre  el que se asienta.

Esta  decisión  no  se   entiende  en  tanto   que   los  cortijos   de  sierra   son   un  componente fundamental del paisaje de la Sierra de las Nieves,  estando su restauración sometida a una estricta normativa  de obligado cumplimiento por parte  de sus propietarios. Razón de más para que  la administración pública, que  se  presupone garante de  los  valores  eco-culturales del espacio protegido, sea  la primera  en dar ejemplo  de conservación de la arquitectura popular que es patrimonio de todos.

Riesgos geológicos: la amenaza oculta.

Es importante recordar que el polje de Conejeras es funcional, es decir, es un relieve kárstico dinámico y en continua evolución.  Bajo él subyace una extensa red de galerías  que responde a la organización de  un  drenaje subterráneo que  se  activa  en  la temporada de  lluvias.  Estas estructuras subterráneas por las que se infiltra el agua colapsan con frecuencia, provocando depresiones más  o menos profundas localizadas en la topografía  de la superficie, como  las aparecidas en  los últimos  años  en  la zona  de  barbacoas del área  recreativa. Aunque estos sumideros son visibles por su tamaño, suponen un riesgo para las personas y los animales que frecuentan este lugar, por lo que han sido colmatados artificialmente.

Este riesgo de colapso se incrementa exponencialmente cuando los techos de las galerías  se someten a una carga  extra. Por ello, desde un punto  de vista geotécnico se desestima el uso urbano de las depresiones kársticas, requiriendo, en caso de realizarse, técnicas especiales de cimentación. De igual modo, la habilitación de caminos para el paso de camiones y maquinaria pesada debe evitarse por el alto riesgo de colapso.

En tanto  que  el proyecto de  construcción del  Centro  de  Visitantes no contempla el riesgo geológico de colapso, no queda garantizada la seguridad ni de los operarios durante la obra, ni de los futuros usuarios.

El Centro de Visitantes: una toma de decisiones precipitada y equivocada.

Tras el fallido intento  de urbanización de la Finca Conejeras llevado a cabo  en los años  90, la Administración pública, a través  de  los  planes de  gestión  del  Parque  Natural  Sierra  de  las Nieves  (PRUG y PORN), garantizó  la protección  de  su  alto  valor ambiental,  impidiendo  que sobrevolasen sobre este espacio nuevas y desafortunadas actuaciones.

De igual modo, en el planeamiento urbanístico municipal, la finca Conejeras estaba clasificada como   Suelo  No  Urbanizable  de  Especial   Protección  dado   su  elevado   valor  ambiental  y paisajístico.

Sin embargo, durante el proceso de  declaración del  Parque  Nacional  Sierra  de  las  Nieves, materializado en  2021,  se  empezó a especular con  la necesidad de  construir un  centro de visitantes en  la  principal  entrada desde la  carretera A-397. El Ayuntamiento  de  Parauta, aprovechando que  se  estaba terminando de redactar su primer Plan General  de Ordenación Urbanística (PGOU), decidió,  de forma precipitada y sin criterio experto,  delimitar  un Sistema General   de  Equipamiento  en  el  polje  de  Conejeras  para   la  implantación  del  Centro   de Visitantes, para lo cual reclasificó el suelo  y eliminó su protección ambiental. Todo ello a pesar de la valoración  ambiental “muy alta” que ostenta la “Unidad Ambiental Sierra de las Nieves” en la que se integra Conejeras, y de reconocerse en el propio Estudio Ambiental Estratégico del PGOU que  el cambio de  uso  de  Conejeras conlleva  un  “impacto severo  sobre  el paisaje”, además de  afectar “a  los  Hábitats de  Interés Comunitario HIC 6220_2  Majadales de  Poa bulbosa (Poetea bulbosae)”. Paradójicamente, en esa misma evaluación también se determina que  los riesgos  geológicos e hidrogeológicos serán compatibles con el cambio de uso,  y que incluso  tendrá un impacto positivo para  los recursos históricos y culturales del lugar, lo que pone  de  manifiesto el desconocimiento por parte  del equipo  redactor del PGOU acerca del funcionamiento del medio kárstico  o la existencia del propio cortijo de Conejeras.

Alternativas posibles.

Sin duda,  el Centro  de Visitantes es una infraestructura necesaria, por lo que se exhorta  a los responsables  del  Parque   Nacional   a  que   reconsideren  la  ubicación  y  el  diseño   de  un equipamiento no exento de riesgos, incompatible con la conservación del patrimonio geológico y etnográfico, y altamente disonante con el carácter paisajístico de la Sierra de las Nieves. Si se lleva a cabo esta polémica intervención en el territorio del parque, dejará una huella de por vida y la entrada al mismo  nunca más  volverá a ser la misma. Por ello, merece la pena  repensar el proyecto, sin prisas, ahora que se tiene toda la información científica sobre  la mesa, para que, de forma consciente y participativa, se busque la mejor alternativa, apostando por revalorizar el patrimonio kárstico, la historia y la cultura propia del lugar y, sobre  todo, por la conservación de  su  valioso  y reconocido paisaje (el Parque  Natural  Sierras  Subbéticas es  un  excelente ejemplo de buenas prácticas en este sentido).

Una alternativa posible  sería  realizar la construcción del edificio en la ladera  que  circunda el polje, junto al aparcamiento del área  recreativa, localización geotécnicamente más  estable y visualmente menos impactante. Por supuesto atendiendo a una tipología arquitectónica propia del lugar y no a diseños vanguardistas de difícil encaje en el paisaje. Sólo así se garantizará la seguridad de la instalación frente al riesgo de colapsos, y que el protagonismo no recaiga sobre el edificio, y sí sobre  el impresionante paisaje kárstico  que  se contempla nada  más  entrar  al parque natural. Valgan como  ejemplos los  Centro  de  Visitantes de  los  Parques Naturales Montes de Málaga, Sierra de Huétor o Sierra de Baza, que han sabido recuperar la arquitectura popular e integrarse en el entorno.

Entonces, ¿qué  hacer  con  las  ruinas  del cortijo  Conejeras? Su consolidación para  evitar su deterioro, o bien su restauración integral, serían dos opciones factibles.

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