(Moisés S. Palmero Aranda Educador ambiental) Se merecen una opinión por separado, pero como su presentación coincide en el tiempo, es bueno hacerla de forma conjunta, para mostrar las contradicciones y diferencias de criterio en la búsqueda del tan necesario equilibrio entre hombre, historia y naturaleza, entre economía y conservación.
Por un lado, el Ayuntamiento de Roquetas de Mar presenta la VI Semana de la Posidonia, con numerosas actividades divulgativas sobre esta especie, su importancia para el Mediterráneo, el municipio y los problemas a los que se enfrenta, que por desgracia son muchos y variados. Habrá actividades a pie de playa, bajo el mar, desde embarcaciones, en la Ribera de la Algaida en Punta Entinas Sabinar, y con una gran exposición en el Aula del Mar de los trabajos elaborados con material reciclado, fruto de la imaginación, creatividad, conocimiento, ilusión y buen hacer de los colegios.
Con buen criterio, se ha cambiado el enfoque de las últimas ediciones para dar protagonismo a los escolares y a sus maestros que durante todo el curso trabajan los ecosistemas marinos. Se les quiere premiar, aplaudir y agradecer por convertirse en los Guardianes de la Posidonia, y por ende de los valores culturales, etnográficos, históricos y ambientales del pueblo, poniendo en sus manos el futuro de la especie, del municipio y de todos sus vecinos.
Porque si las praderas de esta planta fanerógama (no un alga) desaparecen, con ella se borrará la tradición pesquera, económica y gastronómica, ya que a su alrededor viven más de mil especies diferentes, muchas comerciales y la base de nuestra alimentación; la historia acumulada durante siglos, ya que los primeros navegantes se refugiaron y se instalaron en los bajos, sus costas pocas profundas gracias al movimiento de las hojas que bajan los sedimentos al fondo y que para no morir sepultada, crece de forma horizontal y vertical, generando un arrecife submarino que protege la costa de los temporales; la tradición de las moragas y de un lenguaje local asociada a ella, ya que los pescadores, para celebrar que habían terminado y cobrado la temporada en las almadrabas asaban directamente las sardinas sobre la hojarasca, los gallos y las pelotas de lijo que forman los arribazones en la orilla y que para muchos son solo basura; y la turística, ya que si vendemos fondos marinos bellísimos, llenos de vida, aguas cristalinas y oxigenadas, es gracias al bosque sumergido y su capacidad de sedimentación, captura de dióxido de carbono y generación de oxígeno al realizar la fotosíntesis, la mejor defensa contra el cambio climático.
Estos guardianes deben ser el germen, la semilla, el inicio de un cambio de mentalidad, donde aprendamos a valorar todo lo que nos da y nos ha dado desde hace miles de años, mostrarlo con orgullo y educar a los turistas que, si quieren disfrutar de fondos marinos inmejorables, deben convivir con la posidonia. Si nosotros no respetamos, queremos y protegemos nuestro territorio, los que vengan a verlo no lo harán. Dejarán su dinero y los impactos sobre nuestra naturaleza.
Y con esa idea de proteger lo nuestro y ofrecerlo con orgullo, no como eslogan comercial, Ecologistas en Acción ha vuelto a otorgar a la playa de los Bajos una nueva bandera negra. La cuarta que le dan en los últimos años y que cabrea al ayuntamiento, que en vez de poner soluciones para evitarlas, solo busca excusas para justificarlas, como el informe de la Junta de Andalucía que estos días han cacareado en redes sociales donde dicen que las espumas que flotan en el mar son debidas a las praderas de posidonia. Resultados que los vecinos se toman a guasa porque saben que son a causa de la deficiente e insuficiente depuración de las aguas en verano, cuando la población del municipio se triplica.
Por la falta de depuración le dieron una bandera negra, por la retirada de los arribazones le dieron otra, aunque la Junta de Andalucía lo premiase por todo lo contrario, ya que lo que venden es su retirada de la playa a la llegada de los turistas, tratamiento en una planta de reciclaje para luego depositarla otra vez en la orilla, algo que nadie se cree. Esta vez es por un estudio científico que certifica que desde hace 45 años se llevan vertiendo microplásticos sistemáticamente sobre las praderas de posidonia, provenientes, la mayoría, de la basura de las ramblas, de la agricultura intensiva que nos da de comer y a la que, por el capital que genera, se le justifican este tipo de atropellos ambientales y contra la salud de todos nosotros.
Dos noticias que pretenden lo mismo, porque desde la crítica constructiva, desde la educación, el conocimiento, la ciencia y la política tenemos que sentar las bases para conservar la naturaleza. Por nosotros, por el futuro de los Guardianes y para que sea el atractivo que nos diferencia de otros destinos turísticos y por el que, estamos seguros, vendrán a visitarnos. Menos presumir de banderas azules que son un timo y no sirven para nada, y más aprender a mirar, valorar, cuidar y amar lo que nos rodea.