(Moisés S. Palmero Aranda, Educador ambiental) Como la naturaleza cíclica de la migración, el Día Mundial de las Aves Migratorias se celebra dos veces al año, el segundo sábado de octubre y mayo. Este año el lema es “Protege los insectos, protege las aves” y lo celebramos con dos proyectos que nos ilusionan.

En realidad es uno solo, que nace con dos ramificaciones, y confiamos que salgan muchas más. A raíz de encontrar la anilla P09407 de un joven flamenco que apenas vivió un año, retomé un viejo proyecto aletargado en mi cabeza. Así son las ideas, unas florecen nada más plantarlas, otras necesitan tiempo para germinar, y siempre, por experiencia, lo hacen en el momento adecuado.

La idea es hacer del flamenco común un atractivo turístico para seguir poniendo en valor Punta Entinas Sabinar y el resto de los humedales de la provincia. La majestuosidad de esta especie lo consigue por sí sola, y su presencia es suficiente para atraer a numerosos visitantes, pero a veces hay que celebrar lo evidente para que lo fantástico no se convierta en vulgar.

Cada año, por estas fechas, si las lluvias han sido suficientes, la Laguna, somera, salobre y temporal de Fuente de Piedra en Málaga, empieza a acoger flamencos llegados de varios lugares de Europa, África y Asía. Como por arte de magia, guiados por el instinto natural, la colonia se junta para reproducirse.

Se inicia el cortejo, el apareamiento, la construcción de nidos, el nacimiento de los pollos, su alimentación con leche de buche y los vuelos de los adultos para comer a humedales en un radio de 200 km, mientras sus crías quedan en ordenadas guarderías. Un mes después de nacer, se anillan el 10 %. A principios de otoño, capaces ya de volar, comienzan sus migraciones.

El proyecto de ciencia ciudadana consiste en crear una Red de Observadores de flamencos, para salir a buscar los flamencos anillados y de esa manera contribuir a los estudios científicos para los que se colocan estas marcas y en los que se emplea el esfuerzo de tanta gente. Somos conscientes de que no encontraremos muchas, pero lo importante es pasear fijando nuestra atención en un objetivo concreto, que sabemos se irá diluyendo a medida que se nos cuelen delante del catalejo otras especies, o escuchemos sus cantos entre el carrizal, o nos lleguen los olores de las sabinas del bosque sobre las dunas, o el brillo inesperado de las jarillas por el rabillo del ojo.

Lo bonito es que ha tomado forma gracias al apoyo y financiación de la Cooperativa Eurosol, que ha entendido lo que significa la Responsabilidad Social Corporativa. Otras empresas siguen confundiendo la velocidad con el tocino, organizando cosas inconexas con el único objetivo de la foto publicitaria.

Lo presentaremos a finales de mayo y empezarán los paseos para observar flamencos, buscar anillas, y aprender a mirar, comprender y amar Punta Entinas. No hay que decirlo, pero estás invitado.

Pero antes, a mediados de mes, se celebrará, a modo de prueba piloto, la Semana Cultural del CEIP de San Agustín, donde mezclaremos esta preciosa ave con el arte del flamenco. Diferentes actividades enseñarán a los niños las características de esta especie, los palos flamencos y Punta Entinas Sabinar, la joya junto a la que viven.

El objetivo es convertir esta celebración en un gran festival anual donde participe todo el pueblo, para atraer visitantes, embellecer sus calles con los colores blanco, rosa y negro del ave, y las guitarras y bailes flamencos, y convertir esta pequeña pedanía en la defensora y guardiana del Espacio Protegido y sus flamencos.

Una idea ambiciosa que se va moldeando gracias a la implicación de la Mesa Comunitaria de San Agustín, donde diferentes entidades sociales se han puesto manos a la obra para crear una herramienta de futuro, que mezcle arte y naturaleza, patrimonio cultural y ambiental, que sea una seña de identidad y orgullo para sus vecinos, que demuestre que juntos somos más fuertes, invencibles.

El nombre del animal procede de la palabra latina flama, llama, que es lo que parece cuando vuelan. La tradición judía los considera el ave del paraíso que resistió la tentación y vivió eternamente. Los egipcios y los griegos lo consideraban un animal mágico, el Ave Fénix, que se quemaba así mismo y renacía de sus cenizas. Los romanos de Murgi, desconocedores de las migraciones de las aves, perpetuaron esta creencia, porque mientras fondeaban en la Punta de las Entinas, elaboraban garum, púrpura, o recolectaban plantas para su botica o rituales, los cazaban para paladear su lengua como un manjar.

A ver si estas ideas, como el Ave Fénix, se perpetúan y resurgen cada año, más fuertes, de sus cenizas.

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