Cada 21 de septiembre se conmemora el Día Mundial del Alzheimer, una enfermedad neurodegenerativa que afecta a millones de personas en todo el mundo y que constituye la principal causa de demencia. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 60% de los casos recaen en mujeres, tanto por su mayor esperanza de vida como por factores biológicos y sociales que aún están en estudio.

En los últimos años, la investigación ha logrado progresos significativos: se han desarrollado tratamientos farmacológicos que, en algunos pacientes, consiguen ralentizar la progresión de la enfermedad, así como programas de estimulación cognitiva y terapias de acompañamiento que mejoran la calidad de vida. Asimismo, se ha avanzado en técnicas de diagnóstico por neuroimagen y en biomarcadores que permiten identificar los signos tempranos de deterioro.

Sin embargo, especialistas coinciden en que aún queda un largo camino por recorrer. La falta de recursos suficientes en el ámbito sociosanitario, la necesidad de reforzar la atención a familiares y cuidadores, y la ausencia de una cura definitiva convierten al Alzheimer en uno de los principales desafíos de la medicina contemporánea.

Recomendaciones médicas para la detección precoz

Los expertos insisten en la importancia de la prevención y del diagnóstico temprano. Entre las recomendaciones más destacadas se encuentran:

Consultar al médico ante los primeros síntomas de pérdida de memoria o cambios de comportamiento.

Mantener hábitos de vida saludables: alimentación equilibrada, ejercicio físico regular y estimulación mental.

Realizar revisiones médicas periódicas, especialmente a partir de los 60 años o si existen antecedentes familiares.

Controlar factores de riesgo asociados, como la hipertensión, la diabetes o el colesterol.

Fomentar la vida social activa, ya que el aislamiento aumenta el riesgo de deterioro cognitivo.

El Día Mundial del Alzheimer no solo busca sensibilizar a la sociedad sobre la realidad de esta enfermedad, sino también recordar que cada avance científico es fruto del esfuerzo conjunto de investigadores, profesionales sanitarios, familias y asociaciones.

Porque, aunque la memoria se apague, el compromiso con la dignidad y el cuidado de las personas afectadas debe permanecer firme.