(Antonio Serrano Santos) Este artículo, dirigido a personas creyentes, también puede servir a los no creyentes, con todo respeto, para satisfacer, quizás, su curiosidad, dado el tema que trata del feminismo y Dios.

En una reunión de un grupo cristiano colaboradores de las parroquias, una catequista o colaboradora, se dirigió a unas compañeras suyas para rezar el Padrenuestro. Pero cambiaron, a petición de ella, la palabra Padre por Madre. Y comenzaron así: “ Madre nuestra que estás en el cielo…” así hasta el final.

Yo lo observé, sorprendido, por la originalidad y ser la primera vez que lo oía.No juzgué a ninguna ni vi provocación. No le di mucha importancia. Me preguntaba hasta dónde había llegado el feminismo. Justo es reconocer el derecho de la mujer a defender lo que a través de los siglos se le había negado con respecto al hombre. Ese feminismo nada radical ni exaltado donde generalmente se defienden los derechos. Como en casi todas las manifestaciones, no siempre se habla de deberes. Pero es justo reconocérseles.

Pero, me quedé pensando en otro aspecto de lo que parecía fuera de lugar. De un documento, por ejemplo, histórico, literario, y sobre todo escriturístico como es el evangelio, en este caso, no se puede cambiar una palabra ni un texto por otra distinta o contraria sin faltar a la verdad histórica, literaria,etc. Es como si cogemos, valga el ejemplo, el Quijote y, en vez de leer o decir Dulcinea o Sancho Panza, dijéramos o cambiáramos por Francisca o Pepe; o en Shakespeare en vez del Rey Lear, pusiéramos el rey Juan. Es una adulteración y un motivo para denunciar la falsedad y el atentado a los derechos de autor que se puede considerar delito.

Eso es lo que, sin mala intención, pero sí por ignorancia y equivocada aplicación la feminización llega a cosas a las que no se le puede aplicar. Eso es lo que ocurre con el cambio de Padre en Dios por el de madre. Fue el mismo Jesús quien, ante la petición de sus discípulos de que les enseñara a orar, el que dijo: “ Cuando oréis, decid: “ Padre nuestro que estás en los cielos…”. “ A pesar de las grandes imágenes del amor maternal,” madre” no es un título de Dios, no es un apelativo con el que podamos dirigirnos a Dios. Rezamos como Jesús nos ha enseñado a orar, sobre la base de las Sagradas Escrituras, no como a nosotros se nos ocurra o nos guste.Sólo así oramos de modo correcto.”

El feminismo, bienvenido sea y ya era hora, a veces, quizás inconscientemente, parece reclamar para sí, exclusivamente, ese aspecto “ maternal”, de protección, amor sin condiciones, sacrificio supremo, delicadeza, cariño que, no solo se tiene con los hijos, sino, hasta con el marido, el padre. Y queda para él ese otro aspecto de dureza, mando, protección varonil, “ el cabeza de familia”, casi, también en exclusiva. Pero no es exactamente así y más en los tiempos que van cambiando. Tanto el hombre, como padre y la mujer como madre, en general, comparten esas mismas condiciones de ser y de vivir. Hacen todas las cosas de la casa, del cuidado de los niños, el trabajo, todo, absolutamente todo, como compañeros y amigos. El padre puede ser tan delicado, protector, y con amor y delicadeza, sacrificado…como la mujer. El olvido de esto es uno de los motivos de los frecuentes casos de “machismo”, de malos tratos y de muertes. No acaba el hombre( y en algunos casos, la mujer) de asimilar esto.

No sé, pero puede que algo de esto, subliminalmente, se haya introducido en casos como el que se cuenta más arriba: llamar madre a Dios en vez de Padre. Como si Dios, Espíritu, pudiera tener esos aspectos destacados del hombre frente a la mujer. Dios trasciende toda idea y modo de ser humano, masculino o femenino. Sí que nosotros reflejamos, o podemos reflejar, cualidades suyas, como el amor, la misericordia, el perdón, la bondad, la inteligencia…En el hombre y en la mujer.Porque tanto el hombre como la mujer “ fueron creados a imagen y semejanza de Dios”. Dios es Padre porque es creador y el hombre es procreador, crea con El, la vida, un hijo; y la madre es colaboradora en esa creación. No es más ni es menos.

Esto no es menospreciar a la mujer por parte de Dios. Todo lo contrario. Una mujer es la de más alta dignidad de la Historia, María, elegida Madre de Dios. No podemos cambiar los designios y planes de Dios que son siempre de bondad, de amor y lo mejor para nosotros y juzgar con criterios humanos los planes de Dios. Dios mismo, si tenemos fe, se encarna en María como hombre. Y no hay en toda la historia de las religiones alguien tan delicado, tan amante de los niños que los abrazaba, de los pobres,de las mujeres sobre todo, acusadas por los fariseos y El las perdonaba, tan amante de los enfermos que curaba, tan paciente con sus discípulos que no acababan de creerlo y les endeñaba. De tanto amor que dio su vida perdonando y resucitando para darnos seguridad de vida y resurrección. ¿ Qué más podía hacer Dios Padre haciéndose Hijo y Hermano como nosotros? ¿ No harían eso, si pudieran, un padre y una madre por sus hijos? Porque ya no somos servidores, ni siquiera amigos, sino “ Hijos de Dios”.

Print Friendly, PDF & Email