El Colegio El Pinar renueva el proyecto central de la asignatura propia de ‘Emprendedores’, basado en la agricultura ecológica, con un programa de Gamificación que ofrece recompensas por la consecución de objetivos y con la introducción de un plan de ‘tutorización’ que está­ llevando a los estudiantes de Secundaria a trabajar codo con codo con sus compañeros de la etapa de Infantil en un proceso simbiótico de aprendizaje en equipo

24 áreas de trabajo, 250 metros cuadrados, más de 800 estudiantes de enseñanzas obligatorias, además del segundo ciclo de Educación Infantil, y casi un millar de plantas hortícolas desplegadas sobre una zona de siembra en la que el cómo y el por qué son tan importantes como el resultado final; un proceso que termina con la comercialización de hortalizas y la donación de los beneficios obtenidos por las empresas ‘piloto’ de la explotación agrícola escolar a alguna organización de acción social. Sobre el papel, estos son los parámetros que rigen el ‘macroproyecto’ colaborativo que vertebra este curso la asignatura de ‘Emprendedores’ del plan curricular de El Pinar y que implica, de manera transversal, a todo el alumnado de Infantil, Primaria y Secundaria del centro. Se trata de una iniciativa reformulada en base a la experiencia de los años precedentes, que en esta campaña académica introduce una nueva y valiosa variable: el ‘coworking’ multidisciplinar que está llevando a jóvenes de todos los cursos de ESO a tutorizar a los pequeños de los tres niveles del segundo Ciclo de Educación Infantil; una propuesta que, en base a la experiencia de campo del primer trimestre, funciona.

TRABAJO DE CAMPO

La pequeña explotación agropecuaria del centro es, durante las últimas horas de la jornada lectiva de cada día, un ir y venir de niños y niñas con útiles de trabajo, guantes y plantas de lechugas. También llevan coles o brócolis. Los vegetales se mueven al ritmo de sus pequeñas manos bajo la atenta mirada de los compañeros de Secundaria -en unos casos Primero o Segundo; en otros, Tercero o Cuarto-, que ayudan, guían y dirigen los pasos de los más pequeños, mientras les explican, en perfecta simbiosis, los procedimientos de siembra y el previsible desarrollo que tendrán los vegetales en consonancia con los propios ritmos de la naturaleza.

Unos observan y experimentan, otros guían, ayudan y señalan y todos aprenden -cada cual a su ritmo y en función de su nivel madurativo- en un perfecto bucle que une a las etapas educativas más distantes de las enseñanzas obligatorias mientras trabajan por un objetivo común: Llevar adelante una idea de emprendimiento basado en la agricultura verde y tratar de obtener beneficios para ayudar a alguna ONG malagueña que será elegida en el tramo final del ‘proyect’. El proceso de pilotaje incluye gestión, producción, comercialización y venta, marketing, comunicación y mucho de eso que los gurús denominan ‘ensayo y error’, que es el verdadero germen del aprendizaje significativo.

Entre los objetivos de la asignatura vuelve a destacar el conocimiento de las claves de funcionamiento de una empresa, los ‘inputs’ que dirigen la acción de un emprendedor, desde el surgimiento de la idea hasta la materialización de la misma y su posterior ejecución; las bases que conforman la economía de mercado y otros aspectos puramente técnicos. Pero no es éste el único ‘late motiv’ que dirige el recorrido de esta materia exclusiva del Plan de Centro de El Pinar. Valores como el trabajo en equipo, la corresponsabilidad, el compromiso, la empatía, la consecución objetivos comunes, la constancia o, en este caso, la tutorización de mayores a pequeños, están muy presentes en la iniciativa.

GAMIFICACIÓN

La hoja de ruta del plan de trabajo incorpora además objetivos más concretos como la identificación de las especies hortícolas más comunes que sirven de sustento al ser humano, el hermanamiento de clases, con apoyo de las clases mayores a las clases de alumnado menor; estudio del balance de esfuerzo/producción. Junto a ello, recompensas a la solidaridad a través de un sistema de Gamificación que otorga a los estudiantes de cursos superiores puntos canjeables que les permiten acceder a herramientas de trabajo más completas y que es otra de las grandes novedades de este año. Como no puede ser de otra forma, la programación busca también que los estudiantes conozcan la planificación de los cultivos y obtengan datos grupales con la comercialización de las cosechas. El planteamiento final es que se puedan además obtener beneficios -está por ver si será posible- para apoyar con estos recursos económicos la labor de alguna organización social del ámbito malagueño.

ABONO ORGÁNICO

Finalmente y para cerrar el bucle, el ‘agroaula’ de emprendimiento de El Pinar, que sigue las dinámicas de la agricultura sostenible en el desarrollo de todos los procesos de producción, incorpora este año un sistema de gestión de residuos vegetales y desechos de comida para la fabricación de abonos en base al compostaje. La idea es completar otra de las tareas agrícolas básicas, la fase de fertilización, con compuestos completamente orgánicos y libres de sustancias químicas.

Tierra, trabajo en equipo y lecciones de naturaleza viva. En el Colegio El Pinar el emprendimiento es ‘verde’, colaborativo e intergeneracional. La cosecha de invierno no tardará en dar sus frutos. Los primeros, aunque no materiales, ya se están recogiendo en forma de conocimientos significativos, experiencias y un complemento curricular de largo recorrido.

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